La calle de Octavio Cuartero, ilustre jurista y periodista que da nombre, alberga dos casas singulares que sobreviven en el caos urbanístico de Albacete. Una de ellas fue residencia de don Tomás Cuevas Villamañán y hoy sede de una academia de música. Conocido procurador y gran aficionado a los toros, a Cuevas le debemos la autoría del interesante libro Evolución y revolución en la Fiesta de los toros. Esta casa forma parte de mi biografía sentimental. Su hijo Mario, joven y brillante ingeniero de telecomunicaciones, me daba allí clase de matemáticas en BUP, entre pósteres de Che Guevara y del chileno Victor Jara, mientras sonaba las canciones de Paco Ibáñez. A Mario, trágicamente la muerte levantó pronto el vuelo. Unos metros más adelante, en el número 42 y casi haciendo cruce con la calle de Blasco de Garay, sobrevive encajado como una pequeña caja de cerillas el chalecito de Villa Isabel. Casita, tan sencilla como coqueta, de una sola altura. Sobre la angosta puerta de entrada cuelga una luminaria oxidada que lanza el mensaje de estar deshabitada. Pero alguien debe cuidarla porque los fresnos y las moreras de su jardín interior están verdes y sus ramas se descuelgan sobre la calle. En la fachada resaltan dos ventanas con persiana enrollable de madera y en ambas repisas hay macetillas de flor aun viva. En azulejos de cerámica puede leerse el nombre de Villa Isabel. El jardín es mínimo. Sobresalen dos banquitos de piedra que, como novios, se miran el uno al otro. El tiempo se ha detenido. Y ante este paisaje de hojas muertas, uno se pregunta de quién será hoy esta casa. Quién la habitaría. Agarrado a la vieja verja, me imagino a sus viejos moradores en aquellas largas y cálidas noches del estío, sentados en esos banquitos, uno frente al otro, charlando bajo las estrellas sobre el difícil oficio de vivir. Villa Isabel es el último testimonio de un Albacete íntimo que irremediablemente va desapareciendo. No solo se van las personas. También sus casas. Es otro Albacete. Desde estas líneas solicito al Ayuntamiento que sea protegida del derribo esta Villa Isabel. Espero que no se den prisa en tirarla ahora que la hemos señalado.