Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Castell, el filósofo alcalde

27/08/2024

Hablé por teléfono con Castell a principio de agosto. Me interesé por su operación de espalda. Percibí que el depósito de su vida estaba en reserva. La pérdida de Paquita dejó noqueada su alma. Quedamos en vernos estos días de agosto con la promesa de entregarle mi libro sobre Pérez Galdós. Esa filosofía que encierra el encuentro entre dos seres queridos no fue posible. Otra más de esas «conservaciones que no tenemos» (como titula su libro el profesor Alvarez de Mon). Se nos ha muerto un amigo y un extraordinario alcalde. Sí, el «alcalde total», como lo ha clavado José Fidel López. Y lo corrobora quien sufrió su otra cara, la menos afable. Una tarde de 1997, cuando el Teatro Circo era una ruina, el entonces concejal Castell apareció por el Ateneo en la reunión de la Asociación de Amigos que luchábamos incasablemente por su recuperación. Se sentó en la última fila, tomando notas. Piñero, mi vicepresidente, me lo presentó. Más tarde y justo antes de ser alcalde, apareció por el cerrado Cine Capitol en nuestro IV premio Isbert a su hija María. La Asociación lo reabrió pagando 100 mil pesetas a los dueños. A la salida, Castell me dijo: «Gracias por abrirnos el Capitol. Si soy alcalde, lo compraré para Albacete». Y ganó y lo convirtió en la Filmoteca que hoy bien dirige Jesús López. Como alcalde, Castell aceleró la reapertura del Teatro Circo. Es más, la pista de circo, la que le da singularidad mundial, fue un logro conjunto de Castell y de los Amigos del Teatro Circo. Nosotros por pedírsela; él por parar las obras hasta reformar el proyecto que no la contemplaba. Fuimos de la mano. Hasta que, meses antes de la inauguración, nos la soltó porque al final la política tiende a embarrar todo. Prefiero no recordarlo. Años después, su más fiel concejal, Antonio Martinez, nos sentó en torno a una mesa de aquel Horno de la Cruz a Piñero y a mí y nos levantamos abrazados con una frase: «Alcalde, no hay amigos ni enemigos, solo un interés permanente: Albacete». Despidamos en su muerte al filósofo alcalde con el elogio de Sócrates al general ateniense Alcibiades. Procuraste, para ti y la ciudad, no el poder absoluto, sino la virtud. Como albacetense, gracias.