Como en el chiste de Woody Allen, la ultraderecha europea es un animal con cuerpo de león y cabeza de león. Pero de dos leones distintos. En los últimos meses, se ha hablado mucho de coser a la bestia, reuniéndolos a todos. Figuras como Viktor Orbán y Giorgia Meloni están participando en actos públicos que buscan consolidar este bloque, una coalición que podría posicionarse como la segunda fuerza más grande en el Parlamento Europeo. Pero el asunto es más complicado de lo que parece, como se ha visto esta semana cuando ha estallado la polémica entre la Afd alemana y la Agrupación Nacional de Le Pen.
El término con el que solemos referirnos a la «extrema derecha» engloba una amplia gama de partidos con ideologías que van desde el euroescepticismo hasta el post-fascismo. Los dos principales grupos, ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) e ID (Identidad y Democracia), han luchado por mantener cohesión debido a sus diferencias internas. Mientras ECR es atlantista y favorable al libre comercio, ID tiene tendencias prorrusas y es más proteccionista. Esta disparidad ideológica complica cualquier intento de fusión o coalición efectiva.
La idea de unirse para formar una coalición de intereses cuenta con oposición entre las filas de los partidos por infinidad de motivos electorales y programáticos. Por ejemplo, mientras Meloni ha jugado un papel clave en normalizar la extrema derecha en Europa, estableciendo relaciones cercanas con líderes como Ursula von der Leyen, otros como AfD en Alemania enfrentan escándalos y una disminución en el apoyo popular. Además, las tensiones históricas y territoriales, como las aspiraciones de Orbán por la Gran Hungría, generan fricciones con partidos nacionalistas en otros países.
Las encuestas muestran un crecimiento en el apoyo a los partidos de estas nuevas derechas. Pero su capacidad para influir en el Parlamento Europeo depende de su habilidad para superar sus diferencias internas. Líderes como Marine Le Pen y Éric Zemmour en Francia también deben navegar sus propias rivalidades para lograr una colaboración efectiva. Veremos si la necesidad nacida de las urnas ayuda a unificar el león o le sucede todo lo contrario.