Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Cultura

25/10/2024

Hoy concluye Abycine, un festival consolidado que ha ido ganando en brillantez y prestigio año tras año. De paso, la fecha me sirve para reflexionar sobre si la cultura debe sostenerse a sí misma o bien deben ser las entidades públicas quienes la apoyen financiera e institucionalmente. Como ejemplo de lo primero suele ponerse la situación en EEUU, una nación sin Ministerio de Cultura que, sin embargo, alberga la industria cultural más activa y exportable del mundo, y no me refiero solamente a Hollywood y a Broadway, sino también al cine y al teatro independientes, a la literatura, a la pintura, a la moda y, en general, a todas las manifestaciones artísticas. El ejemplo de la cultura financiada por los poderes públicos lo tendríamos en Europa y, de forma destacada en Francia, siendo el Estado francés el principal mecenas de las artes en el país vecino. En España la situación depende de quién gobierne y cuánto tiempo falte para las elecciones. En general, los gobiernos conservadores tienden a aplicar el principio de que las manifestaciones culturales más brillantes surgen de las privaciones, por lo que no conviene dejar que los artistas se aburguesen y se acomoden pensando que tienen el riñón cubierto. Abycine sería una excepción en este aspecto, toda vez que el festival ha ido recibiendo un apoyo institucional constante a lo largo de sus 23 ediciones, al margen de quién gobierne en el Ayuntamiento. Partiendo de la premisa de que los políticos son reacios a rascarse el bolsillo a no ser que vean clara la rentabilidad de la inversión, un festival de cine floreciente constituye un escaparate bonito y bien iluminado que siempre ayuda a situar una ciudad en el mapa. Y eso por no mencionar el photocall, pues es bien sabido que los políticos se pirran por hacerse fotos. El problema viene cuando se apaga la luz y el panorama cultural de nuestra ciudad se tiñe de oscuro durante el resto del año. Y otro día seguimos.