Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


La gauche divine

09/05/2024

Emiliano García-Page dijo el otro día que «no aceptamos a esa gauche divine que da carnés de modernidad, hablan de la España de hoy y luego les vota el cinco por ciento». Se refería el presidente de Castilla-La Mancha al ministro de Cultura, Urtasun, que ha cercenado el Premio Nacional de Tauromaquia por el artículo treinta y tres. «Es como poner al lobo a cuidar de las ovejas», remató Page. La verdad es que esta gauche divine le está saliendo muy cara al Gobierno de Sánchez o muy barata, según se mire. Porque tras la última jugada del trilero mayor de la Moncloa, Sumar se va a quedar para el humilladero. Urtasun, mira el Cossío. Con lo mona que quedaría Yolanda Díaz en los tendidos. Sería como una Juana Reina rubia a la que los toreros le brindasen sus faenas. Los únicos torerillos que tiene Díaz son Pepe Álvarez y Unai Sordo. Bueno, y Urtasun. Y así no hay quien componga cartel fino.
La gauche divine – o izquierda divina con que fue bautizado el movimiento catalán y francés de los sesenta y principios de los setenta en Barcelona- se ha alejado tanto de la realidad que ya son masa de aire flotando, evanescente. Tú miras a Urtasun y sólo le ves la barba hablando. Se ha cargado el Premio Nacional de Tauromaquia, pero los taurinos tenemos que darle las gracias. Las plazas se llenan cada vez más de jóvenes y no hay ministro que lo pare. Basta con que prohíban una cosa para que sea más atractiva y excitante para el público. Nunca se consumió más alcohol que en el Chicago de los años treinta y la prohibición. Eso es como asar la manteca, no se le ocurre a nadie. Sólo a Óscar Puente, eso sí, que dice que somos cuatro los que vamos a los toros. Los mismos que caben en un Cercanías averiado cerca de Atocha. La verdad es que Puente debiera dimitir por cansino y pesado. O crearle un nuevo ministerio, el de las declaraciones hoscas. Eso es, mucho mejor. Óscar Puente, Ministro de Declaraciones Hoscas. Y luego ya cuando aparezca en la tele, el espectador apaga o no.
Los toros en la clandestinidad me recuerdan a Emmanuelle. O mejor aún, Emmanuelle negra. Hemos vuelto para atrás tantos siglos con esta gauche divine que ya sólo falta Torquemada. Dice Urtasun que los toros son tortura, pero no ha reparado él en el suplicio que para los demás resulta escucharlo. Si empezamos así, acabamos en el relativismo, ministro. Y eso no está bonito. El otro día, en la reinauguración de la plaza de toros de Ciudad Real, seis mil personas reventaron las nuevas instalaciones. A su lado, cuatro gatos -ahora sí- de antitaurinos protestaban a la puerta. Qué triste es la vida de personas que un domingo por la tarde se van a llamar asesino a otras. Qué aburrimiento y tostón les deben dar en casa. Como la gauche divine, que todo su universo mental lo plasma en la cancelación. ¿Dónde quedó el prohibido prohibir del mayo francés? ¡Criaturas! A los corrales.