No hay una sola sequía, sino varias. Hay cuatro tipos diferentes, y todos ellos castigan ya el territorio de la provincia de Albacete: la meteorológica, la hidrológica, la agrícola y la socioeconómica.
La sequía meteorológica responde a la idea común de este fenómeno, que es la falta prolongada de precipitaciones en una zona delimitada. Esto es fácil de comprobar, basta con mirar al cielo, que no ha sido generoso con el sureste peninsular desde el 1 de octubre.
Según la red de control de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que abarca el 50% del territorio de la provincia, en Albacete no se registran precipitaciones significativas desde el pasado 8 de febrero, es decir, no llueve en media provincia desde hace tres meses.
El último temporal significativo en esta parte del Júcar Medio fue del 9 al 13 de diciembre de 2022. El máximo corresponde a la capital, con más de 40 litros por metro cuadrado, y la media en la mayor parte de la zona superó los 20 litros.
Los demás episodios registrados fueron insignificantes en comparación. Unos pocos puntos superaron los 10 litros por metro cuadrado, por ejemplo Lezuza el 21 de noviembre de 2022, pero el número fue tan pequeño que el registro global de precipitaciones no mejoró.
La situación en la parte de Albacete que pertenece a la Confederación del Segura tampoco es mejor. Según la CHS, hasta marzo hubo precipitaciones más frecuentes en el 32% de la provincia, pero muy mal repartidas. A partir de abril, su ausencia ha sido total.
Es más, las precipitaciones acumuladas desde el 1 de octubre de 2022 sólo han superado los 100 litros por metro cuadrado en algunos municipios de la Sierra, como Yeste, Riópar o Paterna del Madera. El balance en Hellín o Tobarra es inferior a la mitad.