Noemí Romero Rosario (Madrid, 2000) asegura haber pasado página de su infortunio en París en los que, por otra parte, ha hecho historia para el trampolín nacional con la participación de la primera mujer española en una cita olímpica. Ahora, la gimnasta lucha por conseguir un patrocinador (las ayudas públicas y federativas son escasas, por objetivos y sin un criterio de planificación) que le permita allanar el camino hacia los Juegos de Los Ángeles, donde espera completar lo que no pudo terminar hace unos días y, quizá, proporcionar a sus paisanos albaceteños una alegría todavía mayor que ya ha rozado con la punta de los dedos.
Ya han transcurrido tres semanas desde su actuación olímpica. ¿Qué sensaciones tiene con más perspectiva temporal?
Estoy relativamente más tranquila. No me quedé nada contenta porque mi objetivo era estar en la final con las ocho primeras, tener diploma olímpico y, por qué no, optar a una medalla. Pero ahora estoy más contenta por el esfuerzo que hice y, por circunstancias personales, no llegué en buenas condiciones psicológicas y físicas, y pude defenderme después del fallo del primer ejercicio, que me dejó bastante tocada porque no me lo esperaba. Para el siguiente ejercicio tenía mucha presión, pero pude gestionar mentalmente esos nervios y el estrés, de modo que fui capaz de disfrutar del momento. Pero seguimos entrenando, cogiendo y fuerza, y quién sabe si en Los Ángeles podremos arreglar lo ocurrido en estos Juegos.
¿Por qué no llegó a París en buenas condiciones?
Quería probar el salto que no había hecho ninguna mujer en el mundo para que fuese mi marca personal. Logré hacer ejercicios con él, pero un tema familiar me dejó bastante tocada psicológicamente que me hizo que no durmiese, no descansara, y la mente no estaba al cien por cien. En los dos últimos meses no pude rendir, y tampoco entrenar las rutinas con campeonatos de por medio. Todo resultó un poco caótico y no llegué como me hubiese gustado.
¿Cuándo realizará ese ejercicio pendiente?
Será el año que viene en Pamplona, que acogerá el Campeonato del Mundo por primera vez en España. Intentaré lucirlo y, ya que estoy en casa, emocionar a mucha gente otra vez.
Ha sido la primera española en competir en el trampolín olímpico, eso ya no se lo quita nadie, y tampoco el interés que suscitó en la ciudad su presencia en París.
Estoy muy contenta con eso. Hay gente que no me conoce, y tampoco esta disciplina, y han estado apoyándome a muerte. Eso dice mucho de la ciudad y sentía como si estuviera compitiendo en casa. Me alegra también que se conozca un poco más esta disciplina que ha sido olvidada.
Y todo pese a la gran tradición del trampolín albaceteño, y también su falta de medios. Usted sí tuvo la opción de ir al CAR de Sant Cugat.
Fue una oportunidad increíble, y si no hubiese sido por esa beca, ahora mismo no estaría donde estoy. El CT Albacete es un gran club, pero estamos en condiciones un poco precarias, no tenemos material e instalaciones. El potencial que tengo nunca podría haberlo desarrollado aquí, y por eso la clave fue poder entrar en el Centro de Alto Rendimiento.
¿Puede servir su visibilidad olímpica para tener de una vez instalaciones adecuadas?
Yo me fui en 2018 y antes ya estaban prometiéndonos naves, centros para entrenar, instalaciones de tipo foso para hacer elementos… Y nada de eso existe a día de hoy, pese a todo lo conseguido en los Campeonatos de España, de Europa o del Mundo. Aun así, no se tira hacia adelante, y ya desconfío de que se haga.
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