Nunca en este período democrático que vivimos líder alguno de la oposición dejó de acudir a una cita con el presidente del Gobierno, ni se planteó hacer oídos sordos a la llamada para tener una reunión entre los líderes de los dos partidos más importantes del país. Una reunión normalizada independientemente de las buenas o malas relaciones personales existentes entre ambos responsables políticos y al margen de los encuentros o desencuentros que caractericen esas relaciones. Pero hasta el momento el líder de la oposición parece estar más por el plantón que por efectuar reunión alguna; por lo que se ve la agenda de Núñez Feijóo no vislumbra hueco alguno para hacer viable tal contacto. Desde hace más de dos semanas el gallego no encuentra un momento para acudir a Moncloa y mantener una reunión que de celebrarse sería lo más normal, por no decir obligado, ante la perspectiva de las responsabilidades que ocupan cada uno de ellos. La realidad es que la normalidad que supondría llevar a cabo la entrevista personal no parece interesar al político gallego, cuyos problemas de agenda evidencian que el actual líder de la oposición asume todo tipo de decorado para la escena de la política nacional menos aquel que suponga cualquier destello de normalidad sobre el tapete de los juegos políticos del sistema democrático; así se apuesta más por optar hacia un mal sainete, bronco y sin gracia, exponente evidente del lamentable momento que se vive en el panorama político nacional. En la agenda de Feijóo no hay huecos para reuniones y tampoco la agenda política del país parece encontrarlos para que el diálogo recupere el papel que en las actuales circunstancias cabría esperar.