Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


El gueto

18/05/2024

Dejando a un lado -u orillando- la carcoma de Occidente (los Padres fundadores de Norteamérica sucedidos por un patán totalitario y un viejo sin proyecto ni futuro; Europa indolente frente a la agresividad rusa y china; e Israel en el punto de mira -los francotiradores proliferan en cualquier parte-), dejando a un lado que todo lo viejo ha de perecer por naturaleza, provoca asco terrible y amargor insoportable la ferocidad desatada contra los judíos europeos y norteamericanos -en absoluto responsables de la política de guerra que el gobierno israelí emplea en Gaza- que padecen la frivolidad de ministros que gritan «desde el río hasta el mar», llamado a la destrucción del Estado de Israel, como a los rectorados universitarios, que revisten su pomposa endogamia señalando a sus alumnos judíos, cuando han sido incapaces siempre -al menos desde los tiempos de Franco- de elevar su voz fuerte y acerba en defensa de toda verdad incómoda. Apedrear o escupir a estudiantes judíos, negarles sus compañeros de estudios la palabra, procurar, en fin, que familias enteras se retiren a sus casas para evitar la injuria, limitándose sus derechos fundamentales, es, de nuevo, el antisemitismo, la llamada al deporte de la indigencia intelectual, la celebración del raquitismo y mediocridad de la excelencia académica, el bullicio de los nuevos sepultureros de la  haskalá (ilustración judía) y el regreso, con dura claridad, de la hostilidad, el prejuicio y la discriminación, antesala del odio. Atenas, Roma y Jerusalén son la medida de lo que somos -aunque las democracias liberales no lo sean a pesar de haber disfrutado del periodo de entreguerras más próspero y longevo- y es exigible, al menos, deslindar las feroces críticas -legítimas- frente a la respuesta militar, de las agresiones que son una vuelta atrás por recuperar esta tierra envenenada y llena de cicatrices, empedrada con el  secular sufrimiento judío. De ahí el sabor a ceniza que nos queda en la boca cuando la violencia antisemita se extiende por las universidades de todo el mundo alentada por los viejos idearios hoy remozados por don Pablo Bustinduy -que no acampa por simpatía o ideales pacíficos- y frente a la exigencia de los budas que, desde sus rectorías, amenazan a sus iguales en Israel -en realidad degradan las universidades judías y les hacen bajar un peldaño-. «Desde el río hasta el mar» - el gueto asomando de nuevo.