En la 'purga' del anterior Ejecutivo regional, Francisco Martínez Arroyo (La Solana, 1974) fue el más señalado por las continuas quinielas públicas que le daban por amortizado en la Consejería de Agricultura. Aun así, la sorpresa para él y su equipo fue mayúscula. Su perfil como político estaba subiendo como la espuma. Pero él, siempre ha sido «fiel», se reivindica: «Llegué a protagonizar hasta 36 mítines para el presidente». Hoy, mira con cierta morriña un sector y una región por la que ha recorrido alrededor de un millón y medio de kilómetros en ocho años.
¿Se ve Castilla-La Mancha muy diferente de Madrid?
Se ve distinto. Es verdad que después de ocho años como consejero de Agricultura, trabajando con los agricultores, con los ganaderos, con las empresas agroalimentarias, con la gente de los pueblos... Se ve una realidad con más pausa. Es bueno de vez en cuando tomar distancia de las cosas, de los problemas, de la realidad de las personas en el territorio, después de un trabajo tan intenso, tan cerca precisamente del territorio de las personas. Ahora que estoy más lejos, puedo analizar las cosas con otra perspectiva y, probablemente, y por mencionar una cuestión, creo que el sector necesita mucha más vertebración de la que tiene.
¿Esperaba su salida de la Consejería?
No la esperaba. Me sorprendió. Es verdad que ocho años es probablemente mucho tiempo. Quizá una legislatura más hubiera sido ya mucho tiempo de consejero de Agricultura. Solamente ha habido un consejero en Castilla-La Mancha que ha estado más de dos legislaturas. Pero no me lo esperaba. Me sorprendió el cese. Entiendo que es una decisión, por supuesto, del presidente al que estoy muy agradecido por este tiempo de trabajo. He tenido la posibilidad y el honor de dirigir una Consejería que es muy importante en la región. Hemos visto cómo ha crecido el sector del 12% de la riqueza al 18% cuando he dejado de ser consejero. Es un orgullo para mí haber podido trabajar en las cuestiones del agua y que el agua llegara en mejor calidad y cantidad a todos los rincones de Castilla-La Mancha.
¿Qué proyectos se ha dejado en el tintero?
Es verdad que quería seguir porque teníamos nuevos proyectos a desarrollar, por ejemplo, modificar el Estatuto de las Mujeres Rurales, que era muy importante, que ha sido clave en la política de estos ocho últimos años. Desarrollar, por supuesto, la Ley de Agricultura Familiar, trabajar para una mayor integración de las cooperativas. Estoy convencido de que eso va a seguir adelante con el nuevo equipo de la consejería, pero es verdad que yo quería seguir. Visto desde la distancia y con el tiempo, me encuentro a gusto también en mis tareas en el Ministerio de Agricultura y, con una expectativa personal y profesional distinta.
¿Quizá el cese era porque era un verso libre?
Es verdad que desde el año 2015 hemos trabajado muy bien, en temas muy delicados para Castilla-La Mancha, como es la agricultura, la ganadería, el sector agroalimentario. Siempre he estado centrado en el trabajo y no he participado en las guerras de poder. He tenido mucha libertad, que agradezco al presidente. He tenido margen de maniobra y he podido tomar muchas decisiones y ha sido gracias a que el presidente ha confiado en mí para desarrollar ese trabajo. No creo que haya sido un verso libre, pero sí creo que he contado con libertad para desarrollar mi trabajo, que creo que es como se debe hacer siempre desde la perspectiva de un jefe, dar la libertad a las personas que conocen los temas, que son expertas en los temas, para tomar las decisiones que al final benefician, siempre y en último lugar, a Castilla-La Mancha y, por supuesto, al presidente. Me siento muy orgulloso de todas las decisiones que se han tomado en el gobierno, muy corresponsable y, por lo tanto, no verso libre.
¿Recibió muchas llamadas y mensajes el día del cese?
Recibí muchas llamadas y muchos mensajes. He recibido mucho cariño por parte del sector agrario de la región, sobre todo de agricultores, de ganaderos, de organizaciones, del mundo rural, de las cooperativas, de todos con los que he tenido la oportunidad de trabajar en estos ocho años. Me siento muy reconocido por ellos y creo que el trabajo que se ha hecho ha sido de manera conjunta.
¿De qué se siente más orgulloso?
De muchas cosas. Probablemente en el año 2019, cuando iniciamos la segunda legislatura y nos planteamos como objetivo prioritario poner en marcha el sistema de abastecimiento a la llanura manchega, yo no pensaba que fuera a estar en funcionamiento antes de que finalizara la legislatura, porque estas cosas son complicadas. Y así lo conseguimos.
¿Y de qué se arrepiente?
Quizá, teniendo en cuenta que no esperaba el cese, pues de algunas de las decisiones que han podido motivarlo. No se sabe nunca muy bien en política, que es un campo extraordinariamente complejo, qué hace llevar a una persona a tomar una decisión y siempre son probablemente más de una razón. Hubo mucho ruido con la ley de agricultura familiar. Quizá no se explicó suficientemente bien esa ley. Se generó una cierta controversia, porque se hizo demagogia y populismo con el término expropiación.
¿Dónde se ve en un futuro más inmediato?
No lo sé. He trabajado siempre en el sector agroalimentario, en las políticas de desarrollo rural. En Castilla-La Mancha he tenido la oportunidad de hacerlo también en políticas de agua, en políticas de medio ambiente. Soy funcionario del Ministerio de Agricultura, lo soy desde hace muchos años, tengo aquí mi plaza, y digamos que en ese sentido tengo mucha libertad. Y la libertad te permite elegir muchas veces.
¿Habrá gobierno o elecciones?
Estoy convencido de que habrá gobierno. Creo que no se podría entender otra cosa. Apelo también aquí a la responsabilidad de todos. Se ha firmado un acuerdo de gobierno entre el Partido Socialista y Sumar, para reeditar ese gobierno de coalición. Estoy seguro de que eso es bueno para el país.
¿Aunque sea con la amnistía de por medio?
Sí, o con los acuerdos a los que se llegue, siempre que se expliquen bien. Estoy convencido de que eso va a suceder, ya lo dijo el presidente del Gobierno, ahora es momento de dialogar y de negociar y luego, de explicar bien los acuerdos.
¿Es la mejor de las opciones?
Son lo que las matemáticas han puesto encima de la mesa. Y desde luego, lo que sí está claro es que las elecciones del 23 de julio dibujan un mapa de nuestro país muy distinto al que algunos pensaban que era, o del que querían convencernos que era, porque el país es muy diverso y el resultado de las elecciones lo pone de manifiesto.
¿Cómo se entiende lo de la DO Valdepeñas?
Me cuesta mucho entenderlo. No entiendo cómo una marca que ha tenido tanto valor para nosotros, que hayamos perdido, que el sector haya perdido un poco ese valor de la marca, que las propias bodegas no se hayan comprometido suficientemente con la marca. Hoy en día, el vino de Valdepeñas que se vende en los mercados tiene todas las garantías, y como he dicho muchas veces en mi tarea como consejero, hemos gestionado la denominación de origen durante dos años, desde el momento en que desapareció la interprofesional, y la gestión ha sido excelente. Espero que el sector se ponga de acuerdo cuanto antes. Estoy convencido que la Consejería va a intentar que sea así. Y apelo un poco a la responsabilidad de todos.