Ramón Bello Serrano, escritor y abogado, ofrece una conferencia el martes, a partir de las 19 horas, en la Biblioteca de los Depósitos del Sol, con entrada libre. El autor, que hablará sobre una de sus obras, El libro de Oro (Ateneo Albacetense 1908-1936), comentó a La Tribuna de Albacete distintos aspectos de su charla, que se enmarca en la conmemoración del Día de Albacete.
¿Cómo surgió esta conferencia en la biblioteca?
La biblioteca me honró al solicitarme una intervención, concretamente fue Amparo Cuenca, con motivo de la celebración del Día de Albacete, y voy a ir con mucho gusto a hablar de un evento que es importante, la presencia del Ateneo Albacetense, fundamentalmente de 1908 a 1936, donde pasaron ilustres personalidades de toda España, realzando la importancia de la ciudad.
¿Por qué es tan importante la institución?
Por varias razones. La primera de ellas, porque el Ateneo está cerrado y a mí me gustaría que pudiera reabrirse cuanto antes, no sólo por las cuestiones culturales, también porque tiene una biblioteca extraordinaria y, luego, para que nos se pierda el poso intelectual de toda aquella gente que pasó, porque hay que recordar que una de las primeras persona que vino fue Canalejas, unos años antes de ser asesinado. Después estuvo el premio Nobel, Jacinto Benavente, y todos los grandes protagonistas de la política antes de la guerra civil o literatos muy unidos a Albacete, como la condesa de Pardo Bazán. Intentaré hacer una exposición interesante, divertida, basándome, precisamente, en un libro que publiqué hace muchos años, El Libro de Oro, donde lo importante no era lo que yo decía, sino las reproducción en facsímil de las firmas de todas aquellas personas que habían pasado por Albacete.
¿Podría destacar alguna personalidad que sea especialmente relevante?
Para mí hay dos muy relevantes, una en el campo de la literatura, la condesa de Pardo Bazán, que estuvo en dos ocasiones en Albacete, en la década de los 20, pocos años antes de su fallecimiento, y participó en los juegos florales del Ateneo, donde también estuvo Unamuno y por cierto, también estuvo Clara Campoamor. En el ámbito político hay un personaje que me interesa mucho, José Prat, albaceteño, al que tuve la suerte de conocer y tratar largamente. Fue subsecretario en el último Gobierno de Negrín. Albacete es una ciudad que puede sentirse muy orgullosa, porque tiene una historia cultural y literaria de primera mano, desde el siglo XIX.
¿Podemos decir que fue su época dorada?
Sí, fue su época dorada, en esos años de 1908 a 1936. Ha tenido varias sedes, aquí la tuvo en la calle Ancha, en los bajos del Teatro Circo y últimamente se fue para calle Feria. El Ateneo fue muy importante en Albacete y precisamente entre esos años de 1908 a 1936 pasaron también figuras políticas como Indalecio Prieto, Primo de Rivera o Rodolfo Llopis. El Libro de Oro se abre con la firma del Rey Juan Carlos, en una visita que hizo al Ateneo y después sé que hay otro segundo libro donde se han ido recogiendo igualmente apuntes y dedicatorias. Realmente, la historia del Ateneo es muy importante y también, lo que puede nutrir a muchos historiadores, es la gente que pasó por Albacete.
¿Puede volver a tener otra época de oro o podemos darlo por finiquitado?
No lo sé. Soy socio del Ateneo desde hace muchísimos años y creo que el Ateneo cumplía una extraordinaria función social, siempre estaba abierto a todo tipo de participación social. Jamás puso trabas, excepto aquellas manifestaciones o personas que pudiesen salir de los cauces democráticos y de la libertad de expresión. El Ateneo, durante muchos años, ha acogido manifestaciones culturales, de una forma importante y creo que debería recuperarse y, además, es que tiene una sala de estudio extraordinaria en su biblioteca, que es memoria viva de la ciudad.