El terrorismo más terrible hizo presencia en la tarde del viernes en la sala de conciertos Crocus City Hall de la capital rusa, Moscú, con el atentado perpetrado por el Estado Islámico, en el que murieron al menos 133 personas y alrededor de un centenar están heridas de diversa consideración. Una ola de solidaridad ha llevado a cientos de moscovitas a donar sangre en los centros hospitalarios de la ciudad.
Horas más tarde, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció que todos los intervinientes en el atroz atentado habían sido detenidos, en total 11 -cuatro autores materiales y el resto, colaboradores necesarios-, cuando procedían a huir a través de la frontera con Ucrania. El dirigente ruso aseguró en un mensaje a la nación que no habrá perdón para los autores de la masacre: «Todos los autores, organizadores y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e inevitable castigo, sean quienes sean e independientemente de que los hayan enviado. A los terroristas, asesinos y bestias, que no tienen ni pueden tener nacionalidad, les espera un funesto destino: venganza y olvido. No tienen futuro».
Putin asegura que detrás del atentado está Ucrania, un hecho que el Gobierno del país vecino desmienten categóricamente y se teme que Rusia aproveche su tesis para recrudecer la guerra.
Dirigentes de la comunidad internacional han condenado enérgicamente lo ocurrido en la sala de conciertos. De esta forma, se pone de relieve que frente al terrorismo todos los países civilizados se posicionan en contra.
El terrorismo nunca está justificado y con el atentado de Moscú el Estado Islámico vuelve al primer plano de la actualidad internacional y crea mucha incertidumbre en una región donde la inestabilidad surgida por la guerra entre Rusia y Ucrania es máxima. La muerte de civiles inocentes debe abrir los ojos de los dirigentes políticos para no menospreciar al Estado Islámico. Si los servicios secretos de Estados Unidos y Gran Bretaña alertaron al Kremlin del peligro de un atentado islamista y el Gobierno de Putin no reaccionó, el presidente ruso tendría que explicar a sus ciudadanos por qué minusvaloró esas advertencias. Pocos días después de la victoria en las urnas, a Putin se le abre un frente interno que puede desestabilizar el país aún más. Habrá que ver cómo solventa la situación, aunque por sus palabras parece que los presuntos autores tienen sus días contados.
Con la masacre de Moscú está claro que los extremistas islámicos no están derrotados, por lo que la comunidad internacional debe redoblar los esfuerzos para combatir al Estado Islámico hasta conseguir su rendición más absoluta cuanto antes.