La primera plaza de toros del mundo, Las Ventas, colocó la pasada Feria de Otoño 2023, un azulejo a mayor gloria del torero más grande que ha dado nuestra tierra, Dámaso González. En ese azulejo, ubicado junto a otras leyendas indiscutibles del toreo, se resalta su aportación a la tauromaquia («rey del temple, referente y espejo de generaciones de toreros»). Pero llama la atención, frente a sus compañeros, que se subraya su «ejemplo de virtudes humanas». Albacete se volcó esa mañana de octubre con el maestro. Dámaso fue un torero de leyenda y un ser humano descomunal. Era tan humilde, que se murió ahora hace siete años sin saber lo grande que era. Albacete lo despidió con una multitudinaria demostración de amor que nadie en la historia de la ciudad había conseguido. Dos años antes el pueblo albacetense le levantó en vida un monumento al lado de su plaza de toros. Cuando murió todo fueron buenas palabras de políticos. Algunos se fueron hasta su finca de Los Prados para demostrar el afecto institucional. En declaraciones públicas, el alcalde anunció un gran gesto de la ciudad con su nombre. Y desde entonces, el silencio. Hace unos meses el capítulo de la Fundación del Toro de Lidia que coordina e impulsa Antonio Martínez Iniesta, solicitó, con la anuencia de la familia de Dámaso, que los Jardinillos de la Feria incorporasen el nombre del torero. Otra negativa. Incluso algunos aficionados hemos propuesto que la calle de la Feria termine en el desgraciado Molino de la Feria y que, hasta el cruce con Arquitecto Carrilero, esa prolongación pase a llamarse Avenida del torero Dámaso González. Así, la propia plaza de toros estaría incluida. Este injusto olvido institucional con nuestro Dámaso no solo es achacable al actual equipo de Gobierno. Tampoco entendemos el silencio de la oposición municipal. Dámaso, como lo es la misma tauromaquia, no es de un partido político. Dámaso es del pueblo y Albacete está pidiendo a gritos un gesto de grandeza para el torero que más quiso. Pueblo como Barrax y el murciano de Alcantarilla le han puesto una calle. A qué esperan ustedes.