Pasadas las 15,10 horas del 26 de enero de 2015, en la Base Aérea de Los Llanos, dos oficiales griegos al mando de un F-16, que acababa de despegar, impactaban en el sur de la plataforma de estacionamiento, donde pilotos y mecánicos de otros aviones esperaban su turno para incorporarse a la misión de entrenamiento diario del primer curso de vuelo del año del Programa de Liderazgo Táctico (TLP), en el que participaban más de 40 pilotos de siete países.
Desde su despegue, el F-16 griego sólo tardó ocho segundos en estrellarse contra la pista, que se transformó en una trampa mortal. El avión se convirtió en una gran bola de fuego y quedó totalmente destruido, causando no sólo la muerte de los dos pilotos griegos, sino de otros nueve militares franceses más y un total de 33 heridos de diversa consideración.
En apenas unos minutos y como consecuencia de las grandes columnas de humo ennegrecido que provocaron diversas explosiones, el suceso se difundió por mensajes de los teléfonos móviles por toda la ciudad, mientras que los accesos a la Base Aérea eran puestos bajo la regulación de la Policía Local de Albacete. Como no podía ser de otra manera, dotaciones del Parque de Bomberos de la capital acudieron al lugar del siniestro, junto a los efectivos médicos y los equipos de emergencias.
Una década después del mayor accidente mortal de la historia registrado en el TLP, y también en la Base Aérea de los Llanos, el coronel jefe del Programa de Liderazgo Táctico, César Óscar Acebes Puertas, señala cuáles fueron las causas del accidente. «El informe técnico de la investigación determinó que el accidente aéreo fue causado por estar el compensador de guiñada, de manera involuntaria, en una posición totalmente deflectado al máximo, lo cual afectó drásticamente las condiciones de vuelo de la aeronave justo tras la maniobra de despegue».
En el mismo sentido, añade que «a la hora de intentar averiguar el por qué de la posición totalmente anómala del timón de cola del avión, se ha determinado que pudo ser debido a la presión ejercida sobre la perilla del compensador por un objeto relativamente pesado que estuviese en el interior de la cabina como podría haber sido la lista de comprobación del piloto. En mi opinión, creo que esta suposición puede ser válida tras haber leído el análisis del accidente».
El coronel Acebes afirma que en el accidente jugó un factor determinante la mala suerte. «Obviamente el factor humano influyó, pero se trató en este caso más de un episodio de una enorme mala suerte, ya que la probabilidad de que algo así ocurriese dentro de la cabina es prácticamente imposible, aunque desgraciadamente sucedió y produjo unas consecuencias devastadoras».
En cualquier caso, señala que es importante trabajar a diario, para evitar que se produzcan accidentes. «Desgraciadamente, el factor humano está detrás de muchos accidentas aéreos, y por ello en el TLP trabajamos a diario en intentar prevenir y minimizar los riesgos asociados a este factor mediante la implementación de unas rigurosas medidas y procedimientos de Seguridad».
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