No debería sorprendernos dado lo que dio de sí el recién terminado año 2023. Olvidarse de las uvas y celebrar la Nochevieja como entrada del nuevo año con un muñeco de goma apaleado por unos centenares de ultras, no es precisamente  un buen augurio de inicio al nuevo año y otra vez ocupando la calle Ferraz como sede endemoniada de los socialistas empeñados en romper España con sus pactos diabólicos con comunistas y nacionalistas independientes, todos juntos y unidos para aupar a Sánchez sobre el jamelgo con el que cabalgará para convertirse en el quinto jinete del Apocalipsis. Apalear al muñeco de Sánchez era una invitación única para los extremistas, por más que no sea desde luego la mejor manera de recibir un nuevo año por el que la apuesta de ellos vuelve a ir de nuevo por los números negros de la crispación y la confrontación. Los hechos de Ferraz y el momento para llevarlos a cabo es de una evidencia rotunda de cuales son los derroteros por  los que quieren llevar la política española, en donde esta derecha extrema tiene claro por encima de todo que quiere crispación. Una crispación presente desde los primeros instantes del nuevo año y deseando que las uvas de las doce campanadas se  le atraganten a más de uno.    
Todo el ruido y la ira descargada contra el muñeco de Sánchez evidencian la necesidad de recomponer el friso que ribetea la política española, algo cada vez más difícil si convertimos el combate PP-PSOE en un concurso fallero, en el que nunca el ninot indultat podrá ser Pedro Sánchez, superviviente hasta ahora de muchas e intensas hogueras, que lo preocupante es que cada vez se encienden  y extienden con combustibles más peligrosos.