La cascada de acontecimientos acaecidos en la política municipal daría para escribir un libro, no de Ciencias Políticas, ni de gestión de un Ayuntamiento, sino más bien un esperpento de don Ramón María Valle Inclán, y le pongo el don por delante, porque un siglo después de sus magníficas obras, todavía están vigentes a causa del ínfimo nivel de nuestros políticos. Una filtración del PP a un periódico de tirada nacional desató la tormenta contra el alcalde Emilio Sáez en la mayor escaramuza, hata el momento, de esta precampaña que quema acusaciones como si fueran simples hojas de papel. Por medio se metió la lideresa de Ciudadanos, Carmen Picazo, ávida por colocarse en primera línea del escenario para ver si puede, al menos, lograr su cargo de concejal en el Ayuntamiento, un hecho que le niegan todas las encuestas. Primero, el alcalde decidió romper el pacto de Gobierno con la formación naranja, pero mantuvo a todos los concejales de Ciudadanos con sus delegaciones -es decir, de rotura, nada-, a excepción de Arturo Gotor, que fue el más sensato y dejó sus delegaciones para pasar a la oposición. Después, al no abandonar el equipo de Gobierno, Ciudadanos inició la expulsión de Vicente Casañ, Laura Avellaneda y Julián Ramón. El vicealcalde Casañ declaró que no reconocía a Picazo como lideresa regional del partido y admitió que hacía tiempo que desoía sus órdenes, es decir, dio la espalda a su partido, cuando gracias a él fue alcalde de la ciudad con un pacto contra natura -ordenado por Ciudadanos en clave nacional-, que supuso el principio del fin de la formación naranja en la ciudad.En este marasmo incomprensible anda el juego de las elecciones municipales, donde nada parece estar decidido. Luego a nuestros dirigentes locales les extrañará la alta abstención. Hagánselo mirar...