Berlanga estaría hoy muy pendiente de lo que pasa en el Imperio Austrohúngaro, cuya cita era casi obligada en el guion de cada una de sus películas. De hecho no solamente el genial director valenciano, si viviese, sino gran parte de la ciudadanía europea anda con la mirada puesta en Viena, tras un fin de semana pasado en el que hubo elecciones en Austria, un país que sólo suele ser titular de portada una vez al año y un día en el que ni siquiera sale la prensa por ser el día de Año Nuevo. Los valses del Concierto de Año Nuevo colocan a Viena y su representativa postal musical a medio mundo en directo en ese primer día del año. Pero esta vez unas elecciones han puesto a Austria en el primer plano de la actualidad y los valses de los Strauss no son el fondo musical de la noticia.
La noticia de la victoria de la ultraderecha en Austria ha sido el motivo por el que el país austriaco ha suscitado el interés del resto del mundo, que no la sorpresa, ya que las encuestas avanzaban ese posible triunfo; pero es que la realidad ha superado a la previsión y con casi un 30 por ciento de voto la derecha radical austriaca ha ganado por primera vez desde la II Guerra Mundial unas elecciones merced a un partido que, llamado paradójicamente el Partido de la Libertad, fue fundado por antiguos funcionarios nazis y hasta oficiales y altos cargos de las SS, cuando muchos de los votantes más jóvenes, pues parece que entre la juventud tiene su más amplio caladero de votos esta fuerza ultraderechista, ni tan siquiera habían nacido. Pero que estos votantes sean jóvenes no les exime de conocer la historia y empujados por otros ritmos renuncien al último vals de la democracia.