No puede más, la situación desesperada en la que se encuentra Consuelo Cascales, una vecina albacetense de 59 años, le ha llevado a iniciar una huelga de hambre en señal de protesta ante la "dantestaca y surrealista" situación que vive en la terraza de la vivienda arrendada.
Protesta que trasladará mañana a las puertas de los juzgados, en la Ciudad de la Justicia, con el fin de llamar la atención a los responsables institucionales implicados para que le den una solución a un problema que ya le provocó ayer sábado una fuerte crisis de ansiedad por la que fue trasladada en ambulancia por el 112 hasta las urgencias psiquiátricas, donde tras una evaluación le prescribieron un tratamiento.
Propietaria de una vivienda heredada en la calle Doctor Ferrán que tiene alquilada desde hace cuatro años a una mujer senegalesa, que inicialmente empadronó también a sus tres hijos, por la que acumula impagos en el alquiler de más de un año y medio, y que no consigue echar al haber paralizado el juzgado la orden de desahucio en dos ocasiones, esta vecina de Albacete se ha visto obligada a recurrir a esta drástica medida de presión dado que ahora mismo su economía es precaria, al tener que dedicar más de la mitad de su sueldo a pagar la hipoteca de una vivienda por la que no recibe los 500 euros de alquiler acordados en su día con la inquilina, y de la que tampoco puede disponer, ya que después de año y medio sin que la arrendataria haya estado ocupando la vivienda ésta ha regresado y ha conseguido en una hora paralizar la orden de desahucio alegando que es una persona vulnerable. Mientras tanto claro está la propietaria, Consuelo, tiene que seguir pagando los gastos de luz, agua y gas.
Debido a que en el último año las revisiones al alza del Euribor han incrementado el precio de la hipoteca que paga por esta vivienda, lo que ha hecho que le suba la cuota de 400 a 600 euros mensuales; que el pasado 20 de octubre con la orden de desahucio los oficiales y ella del juzgado no pudieron hacer nada porque al intentar abrir la vivienda estaba por dentro echada la llave, paralizándose la ejecución del lanzamiento, y a que desde el juzgado se han negado a atender la situación de Consuelo, ha motivado que ésta se haya encerrado en la azotea del edificio donde tiene la vivienda alquilada para visibilizar así su dramática situació, cuya solución también ha retrasado la huelga del último año en la Justicia.
La protagonista de esta huelga de hambre espera que las fuerzas y la depresión y ansiedad que sufre no le fallen para que alguien le dé una solución justa, porque como trabajadora que es (contable de una empresa cárnica) con un sueldo normal no cree que pueda aguantar mucho tiempo más con la precaria situación que vive.
Consuelo Cascales insiste en que son ya dos las órdenes de desahucio suspendidas, puesto que la mujer a la que alquiló su vivienda ha estado fuera del país desde julio de 2022 hasta el 28 de octubre de este año que regresó. Tampoco sus tres hijos que empadronó a su llegada hace cuatro años y que a los pocos meses se marcharon viven aquí, a excepción de uno de ellos que regresó en julio. El cúmulo de circunstancias adversas a las que se ha enfrentado Consuelo comenzó cuando el desahucio del 20 de octubre no se pudo hacer efectivo porque no se lo habían podido comunicar a la inquilina, quién "estaba dada de alta como autónoma hasta el 7 de noviembre, seis dias después, el 13 de noviembre había ya una orden de desahucio comunicada; sin embargo, el día 8 se habría dado de alta como demandante de empleo y un día más tarde acudió al juzgado y logró paralizar el desahucio, al alegar que se encontraba en una situación vulnerable".
El problema es que Consuelo, tal y como ella misma relata, tiene que pagar una hipoteca de la vivienda que tiene alquilada a esta mujer que ni le paga ni abandona el inmueble, porque cuando la comunidad hizo las obras para colocar el ascensor, cada vecino tenía que pagar 14.000 euros. Al no poder ella hacer frente a este pago, aprovechó para pedir una hipoteca y con el dinero realizar una pequeña reforma en la cocina y el baño con el fin de poner la vivienda en alquiler y con ello ir pagando la hipoteca. "Pero la situación se me ha vuelto en contra y ahora acumulo muchas deudas, yo también soy vulnerable".
Ella insiste en que si hay justicia y cordura le deben devolver su casa y que sean los servicios sociales los que se ocupan de la vulnerabilidad de su inquilina, consciente además de que no recuperará el dinero que ha perdido hasta ahora, pero al menos que no tenga que seguir pagándoles a los inquilinos unos gastos que son insostenibles.
Divorciada y con dos hijos mayores, uno vive en Zaragoza, pero ha acudido en su auxilio para hacerle reflexionar y que deje la huelga de hambre, y otra hija en Navarra, esta vecina albacetense ha tenido que dejar a su madre de 86 años que vive con ella, a su hermano mayor.