Uno, que ya tiene demasiadas horas en la redacción de un medio de comunicación y ejerce el periodismo prácticamente desde la mayoría de edad, está cansado de que los periodistas seamos el muñeco de feria al que cargar todas las culpas de las responsabilidades de políticos, deportistas, empresarios... porque lo único que hacemos es poner el foco sobre un hecho constatado. Viene a colación este comentario a raíz de las declaraciones de esta semana del entrenador del Albacete Balompié, Rubén Albés, en las que no entendía las críticas al conjunto manchego después del empate en Amorebieta, donde el equipo hizo nefasta segunda mitad. Confieso que tengo cierto cariño al técnico, pero tengo que aclararle que los periodistas deben comunicar lo que ven. Para aplaudir al equipo e insuflarle ánimo ya están los forofos. Cada uno cumple su papel, lo que pasa es que hay que saber encajar las críticas cuando las cosas no salen como uno quiere y hay que saber aguantar esa presión. En los últimos tiempos, los periodistas son la pieza a batir por cualquier clase de poder establecido. Por eso, se nos niega información, se nos restringe el acceso a determinados lugares en los que habíamos estado -el plasma-, no podemos preguntar y se alimentan monstruosos gabinetes de información que comunicar comunican poco o nada. Eso sí, alimentan webs y redes sociales institucionales con un único objetivo: difundir el mensaje oficial, no hay lugar para una información no controlada. Estas prácticas, demasiado habituales ya, conducen a la desinformación de la sociedad y desembocan en una manipulación de los ciudadanos aún más fácil. Sin un periodismo independiente, la democracia se empobrece y los ciudadanos son menos libres. Así que, señor Albés, seguiremos informando, porque es nuestro derecho y nuestra responsabilidad para con la sociedad.
PD: Todo lo expuesto puede extrapolarse a cualquier ámbito de la actualidad.