Editorial

¿Hemos aprendido las lecciones de la pandemia tras cinco años?

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Han pasado cinco años desde que el estado de alarma paralizó a España. El Covid-19 sacudió la estructura de nuestra sociedad, dejando cicatrices profundas en las familias, en la economía y, sobre todo, en el sistema sanitario. Hoy, con el virus convertido en un factor más de nuestra realidad, es imprescindible reflexionar sobre lo que vivimos y, más importante aún, sobre lo que aprendimos.

La provincia de Albacete fue testigo del impacto del coronavirus desde sus primeras apariciones. Los hospitales se convirtieron en trincheras y los sanitarios, en soldados sin apenas armadura. El testimonio de Eduardo Sanz, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital de Albacete, revela que, pese al paso del tiempo, la sanidad sigue arrastrando problemas estructurales que ya existían antes de la pandemia y que, en muchos casos, no se han resuelto. Aquel colapso que desbordó las urgencias y obligó a habilitar espacios improvisados debería haber servido para mejorar las infraestructuras. Sin embargo, su reflexión es demoledora: si una crisis similar volviera a suceder, nos encontraríamos en una situación muy parecida.

La pandemia también reveló la importancia de la solidaridad. La sociedad albacetense, como el resto de España, se volcó con quienes estaban en primera línea. Aplausos en los balcones, confección de mascarillas, transporte voluntario de equipos de protección... gestos que dejaron una huella imborrable. Pero también quedaron heridas abiertas: familias que no pudieron despedirse de sus seres queridos, sanitarios agotados y una sensación de fragilidad que sigue presente.

Según los datos de la Consejería de Sanidad, en estos cinco años, la provincia de Albacete ha registrado más de 7.200 ingresos por Covid y ha perdido a 1.409 personas. Son cifras que reflejan el precio de la pandemia. Sin embargo, el dolor no debe ser en vano. La delegada provincial de Sanidad, Juani García, reconoce que aquel periodo sirvió para «darnos cuenta del potencial a la hora de movilizar recursos y personal», pero también evidenció nuestras debilidades. Si realmente queremos aprender de la crisis, no basta con reconocerlo: necesitamos acción.

Es urgente que se refuercen las infraestructuras sanitarias, que se dote de mayores recursos a los hospitales y que se garantice un sistema de salud público preparado para futuras emergencias. La ciencia avanzó a pasos agigantados con las vacunas, pero la política y la gestión no pueden quedarse atrás. No podemos permitirnos volver a la improvisación.

Cinco años después, seguimos conviviendo con el virus, pero el verdadero desafío no es sólo evitar una nueva crisis sanitaria, sino demostrar que hemos aprendido de la que vivimos. La memoria colectiva debe traducirse en preparación, inversión y compromiso. Sólo así podremos honrar a quienes lo dieron todo en los momentos más oscuros.