La historia reciente de Venezuela ilustra de lo que NO debe hacerse en una democracia y economía en vías de desarrollo. Hoy analizaremos la parte política.
En un continente poblado de gobiernos autocráticos, Venezuela parecía ser un ejemplo de democracia desde 1958. El partido Acción Democrática, redactó una constitución liberal en 1961 y llegó hasta los años 90 cambiando de líderes. En 1992, el comandante Hugo Chávez dio un golpe de Estado. Su fracaso le ayudó a comprender que la Revolución Bolivariana podía implementarse con una nueva constitución (la de 1999) que decía respetar las libertades, la democracia y la separación de poderes.
Al recaer el precio del petróleo, Maduro se quedó sin recursos para sus políticas sociales y trató de controlar a la oposición y al pueblo por métodos cada vez más autoritarios. En 1914 encarceló al líder de la oposición, Leopoldo López. Su sucesor, Juan Guaidó, optó por el exilio. Las elecciones presidenciales de 28 de julio del 2024 las ganó el tándem Edmundo González - Corina Machado según demostraron las actas fotografiadas en los distritos electorales. Hace apenas 10 días, Maduro se autoproclamó Presidente sin mostrar acta alguna.
Otra manera más discreta de aniquilar un Estado democrático de derecho consiste en la colonización de las instituciones políticas. Todos nos sorprendimos de que la Jura de Maduro no se hiciera en la Asamblea Nacional sino en el Tribunal Supremo de Justicia. La razón es que, al perder la mayoría parlamentaria en 2014, Maduro se atrevió a prescindir de la Asamblea, a sabiendas de que todo lo que aprobara su gobierno sería «constitucionalizado» por un Tribunal, cuyo presidente y una amplia mayoría de magistrados, eran nombrados directa o indirectamente por él mismo.
Aviso a navegantes. Todas las concomitancias que el lector advierta con la situación española NO son pura coincidencia.