Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Carta al Sr. presidente

06/05/2024

Estimado Presidente: 
Recibí su carta del 24 de abril y me reconfortó que también los presidentes sienten la necesidad de pararse a reflexionar. Escuché también su alocución del lunes 29, donde correctamente insistió que para salvar la civilización occidental hace falta una regeneración democrática que empiece por sanear las bases morales. Coincido que no es muy difícil conocer estos principios pues pertenecen a la ley natural que todos llevamos grabada en la conciencia. Cosa distinta es que esté embarrada a consecuencia de nuestro egoísmo, superficialidad y falta de coherencia. 
Estos principios se han enunciado de diferentes maneras. La Dudh de 1948 habla de derechos y libertades. A saber: derecho a la vida, igualdad ante la ley, libertad de pensamiento y expresión, libertad de empresa. Todos ellos dentro de un estado democrático de derecho basado en la separación de poderes. 
Kant, el profeta de la modernidad, los resumió en un par de «imperativos categóricos» y los justificó con un argumento inapelable: si los individuos no los cumplen la sociedad se autodestruiría. El primero deriva en la dignidad de la persona y nos obliga a tratarla como fines en sí misma, nunca como medio al servicio de otros intereses. El segundo reza así: obra de manera que tus reglas de conducta sean susceptibles de ser generalizadas sin provocar un caos social.
Los mandamientos de la tradición judeo-cristiana respecto al prójimo se resumen en tres: No matar, no robar, no mentir. Cristo animó a llegar al fondo de estos mandamientos (el amor) e insinuó las actitudes que les confieren credibilidad. Sé honrado: no hagas a los demás lo que no quieras que hagan contigo, ni utilices dos varas de medir. Sé humilde: reconoce tus pecados y empieza por corregirlos; no te fijes en la paja que tu hermano lleva en el ojo y quita la viga que llevas en el tuyo.

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