En la guerra tendemos a despreciar al rival dotándole de una debilidad o incompetencia que muchas veces no posee. A estas alturas, es obvio que Rusia no midió bien la capacidad de resistencia ucraniana ni su talento militar. No tengo ninguna duda que Taiwán está observando con muchísima atención el conflicto y Estados Unidos debería reflexionar sobre las posibles debilidades que demuestra.
Hay un mito que se ha difuminado. En el futuro no va a haber guerras entre Estados y si las hay serán cortas porque ningún país es capaz de soportar la cifra de víctimas. Tal vez, el segundo mito es que los lazos comerciales intensos impedirían un enfrentamiento bélico porque sería absurdo. La Primera Guerra Mundial ya demostró que era una estupidez, pero se ve que no hemos captado la idea. Si fuera Taiwán no me fiaría mucho del concepto.
La primera gran lección es que, sin una industria militar eficiente es imposible defenderse. La segunda pincelada es una perogrullada, pero nadie en Occidente pensaba que era relevante; sin un poderoso stock de munición no hay estrategia militar sostenible. La tercera idea es que la cantidad es más importante que la calidad o si prefieren, es mejor lo abundante pero barato que lo caro y escaso. La cuarta noción es que la motivación del soldado marca la diferencia.
La Unión Europea ha demostrado que hace tiempo que dejamos de ser un actor mundial relevante al ser incapaces de aprender de estas cuatro ideas. Las tres primeras requieren un gasto militar poderoso y sostenido, cosa que, salvo Polonia, nadie quiere realizar. A mayores interesaría que fuese eficaz, pero Europa apostó por la esclerosis regulatoria a la agilidad eficiente. Y, por último, exige respeto. En Europa despreciamos a las instituciones y a quienes las protegen, lo cual imposibilita una capacidad real de defensa.
Sin fuerza naval efectiva, Ucrania ha conseguido que la Armada rusa ni se acerque. Unos molestos drones turcos han hecho más daño que los poderosos misiles rusos, aunque los iraníes han equilibrado la partida y Corea del Norte ha aportado munición en cantidad masiva (aunque alguna en mal estado).
Estados Unidos es un coloso tecnológico, pero China es un titán industrial. Los números no lo son todo, pero aportan margen para el error. En el siglo XXI sin industria bélica no hay ninguna capacidad de defensa. Por cierto, Israel ha demostrado que comprende las reglas mejor que el resto.