Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Feminismo, feminismos e hipocresías

05/03/2025

Atrás quedan, como un pasado muy lejano que, sin embargo, es reciente, aquellas movilizaciones masivas y transversales con motivo del ocho de Marzo. Era un hecho genuinamente español que dio la vuelta al mundo. Las manifestaciones feministas de 2018 en  nuestro país dieron la vuelta al mundo. Madrid se convirtió en la capital del feminismo mundial con  una marcha asombrosa, pacifica, amplia, transversal. El feminismo era entonces una causa que caía por su propio peso y que reclamaba un empujón de tipo político. España tomó la bandera en la vanguardia.
Hoy, en 2025, el feminismo sigue estando presente pero aparece ya ensombrecido, y no solamente por la división en su seno, sino por el daño que han hecho desde dentro algunos de los máximos predicadores de la causa, en el lado masculino, que finalmente han resultado ser unos hipócritas, con independencia del resultado judicial y penal que puedan tener las acusaciones vertidas sobre ellos. Pienso en Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, a los que seguramente no se citará en las movilizaciones feministas de este año teniendo en cuenta que hubo mujeres, dirigentes de sus respectivos partidos, que miraron para otro lado cuando ya era tiempo de reaccionar. El feminismo ha perdido su inocencia y está lastrado por la división y también por pulsiones de pura hipocresía.
Sin embargo, el feminismo (sin edulcorantes o aditivos)  sigue siendo necesario porque, a pesar de lo que pueda parecer, solamente ha penetrado en la zona más superficial de nuestra conciencia. Se ha convertido en algo políticamente correcto pero sigue pendiente profundizar en lo que significa, un camino sin retorno que obligará a los hombres a resituarse en el mundo nuevo de las mujeres empoderadas que ocupan, y lo harán de forma creciente, lugares que durante siglos les fueron negados. No hay vuelta al pasado y es de los hechos más positivos de las últimas décadas. En el mundo rural, por poner un ejemplo, las mujeres, que siempre tiraron del carro en la sombra, ocupan puestos de responsabilidad aunque lo rural continúa siendo un mundo muy marcado por el machismo y donde la violencia de género se vive de forma más callada. Los casos crecientes de violencia en la pareja aumentan y eso indica que el feminismo  es visto con recelo y no es asumido de forma profunda, a veces no es más que una capa de barniz. Al tiempo que avanza el feminismo debería haber una clara orientación para hombres que se sienten desorientados en este nuevo mundo. Quizá cuando el feminismo concluya su labor transformadora los hombres más rezagados tendrán que resituarse sin ponerse de perfil ante una situación irreversible.
En este feminismo dividido que ha perdido su inocencia la hipocresía es el principal lastre. La hipocresía de los que se llenan la boca con la palabra y luego son machistas de la peor especie, y la de los que dicen estar con la causa feminista de cara a la galería, como un cumplimiento dominical con lo políticamente correcto, aunque en el fondo opera  en ellos la vieja  pulsión machista. Hipocresía  total también, como estamos viendo, en esos apóstoles de la izquierda feminista que ahora son víctimas de su propio relato, con los excesos consiguientes, porque, en contra de lo que ellos mismos llegaron a sostener, todo el mundo tiene derecho a la presunción de inocencia, incluidos los hombres señalados por supuestos casos de acoso sexual. El axioma de "hermana, yo sí te creo" no deja de ser una concesión al populismo de consumo masivo que se lleva por delante de forma cruel el más elemental derecho a que las acusaciones sean probadas y ratificadas por sentencia judicial. Iñigo Errejón, que mantenía que no existían denuncias falsas en el ambiente de los machismos, se agarra ahora como un clavo ardiendo a la presunta falsedad de la denuncia de su principal acusadora. A falta de sentencia judicial que determine si ha pasado el límite de lo delictivo, comportamientos como el suyo son los que han ensuciado el feminismo  de forma más grave en los últimos tiempos, pero también el de las mujeres que desde puestos de responsabilidad han mirado para otro lado por intereses electorales o políticos. No sería descabellado en este caso aplicarles el viejo principio, demostrable empíricamente,  según el cual el machismo más dañino y peligroso es el que ejercen algunas mujeres, en este caso las que hacen del feminismo su principal bandera.