Ha dicho Page que no puede permanecerse en el poder a cualquier precio y que si viera a Sánchez, le preguntaría por la familia, «aunque quizá no fuera el mejor momento ahora». Hasta los más contrarios al presidente de Castilla-La Mancha deberán reconocerle su audacia para navegar contra corriente en tiempos donde Calígula se muestra inflexible. Los leones ya no tienen más fauces que devorar y ahora se relamen pensando en Ábalos. A Delcy que no se le ocurra volver con las maletas, que igual termina en Herrera de la Mancha. Page con el cupón catalán se reinventa a sí mismo. Lo tiene difícil porque el terreno se le achica, pero siempre encuentra algún salto mortal más. Tiene más salidas que el metro, aparte de razones y argumentos. Sobrevivir al sanchismo debe ser una hazaña más grande que alcanzar los ochomil que hay en la Tierra. Algo de alpinista y Oyarzábal se le está pegando a Page.     
Desde los tiempos de la Primera República, no se veía un pichote de país como el que nos está quedando, donde los delincuentes perseguían a los policías y los gobiernos alentaban las revueltas. Pi i Margall es un lechoncillo al lado de Sánchez, aunque quizá tenga cara de Illa. Esta generación nuestra de políticos que nos ha tocado vivir no pasa el estómago ni con Almax. El aceite de ricino de postguerra se queda corto al lado de la digestión de esta cuadrilla. Los hay que argumentan con buena fe o sectaria inquina que han resuelto el problema catalán. Lo que han hecho es extenderlo al resto de España y fomentar la división entre familias. Han aplicado la receta de Lenin según la cual, antes de la revolución estaba la guerra civil para dividir al adversario y partirlo a la mitad. Así hay alguna posibilidad de victoria. De otra forma sería imposible. De ahí la responsabilidad de la derecha también en el carajal que se está viviendo. No puede ser que ante la peor generación de gobernantes que ha tenido este país en mucho tiempo, la derecha no ofrezca otra cosa que la división y el duelo a garrotazos permanente. No es serio. Porque España lo aguanta todo y es el país más fuerte del mundo, tal y como argumentaba Bismarck. Todo el tiempo queriendo romperse sin conseguirlo. Estos lo intentan.
Page es una excepción en el tiempo y el espacio que le ha tocado vivir. Yo creo que ni él mismo se esperaba semejante panorama político. Pero ha decidido seguir y plantar cara y batalla a los suyos, lo cual le honra, porque en momentos de banderías, encontrar un personaje transversal es dificilísimo. La familia de Sánchez no es como la de César, que se quedó a vivir en la Subura. Begoña, en realidad, de lo que peca es de nueva rica, que es lo peor que uno puede ser en el mundo. Por eso, efectivamente, es mejor no preguntar por la familia. Aunque el precio sea el agravio constante de los tuyos.