Pasan tantas cosas que apenas tenemos tiempo para reflexionar sobre lo que sucede, y más concretamente sobre lo que dicen y hacen los responsables políticos. Las declaraciones de unos y otros son continuas, de manera que se solapan y en un pispás se las lleva el viento. Pero hace unos días, en un desayuno organizado por Europa Press, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, dijo que la Justicia, la Prensa y el Parlamento están dislocados. Y sí, se debió de quedar tan ancha. Por lo demás, la señora ministra no dijo nada interesante ni realmente digno de destacar salvo esa boutade que ha pasado sin pena ni gloria.
Pero a mí me llamó la atención, de manera que consulté algunos diccionarios médicos según los cuales la dislocación o luxación son lesiones que hacen que los huesos de una articulación se salgan de su posición.
O sea que la Judicatura, la Prensa y el Parlamento nos hemos salido de nuestra posición que, a lo que parece, no debería de ser otra que decir "sí bwana" a cuanto diga y haga el Gobierno.
La verdad es que lo dicho por la ministra Redondo sí que se podría calificar de "dislocación" de la idea de la democracia.
En ocasiones me pregunto hasta dónde llega la ceguera en unos casos, fanatismo en otros o enfermedad del poder de buena parte de los miembros del Gobierno.
Convierten en enemigos y descalifican a todo aquel que discrepa, que no les aplaude, que expresa una opinión divergente o que no actúa de acuerdo a sus intereses, siempre cambiantes para poder permanecer en el Poder.
El Estado del Derecho no sé si no les importa o sencillamente no comprenden cuáles son las reglas del mismo y por tanto la Constitución es para ellos un inconveniente.
Lo preocupante es que el germen del totalitarismo se cuela en las palabras y disquisiciones de cuanto dicen. Pero como vivimos en la sociedad de la prisa apenas nos da tiempo a reflexionar sobre el fondo de cuanto dicen y hacen los que deberían respetar la ley, respetar al Parlamento y defender la libertad de expresión.
Lo que vemos es que todo aquello que no concuerda con sus intereses, que no son otros que el Poder, lo consideran elementos a batir y desprestigiar.
Y eso me lleva a echar mano de la palabreja utilizada por la ministra Redondo: hace tiempo que el Gobierno empezó un proceso de dislocación. Se lo debían de hacer mirar por si tiene arreglo.