«Malos tiempos para la lírica», dirían los rokeros en tiempos de clasicismo y dicen ahora, los que pertenecen a esta generación al sentir la duda de las 'pensiones' que deberían recibir. Su jubilación genera todo un reto para la Seguridad Social y sin duda, una preocupación y grande para los implicados.
En el 2023, año en curso, todos los nacidos en 1957 han llegado a la edad de jubilación. Es esa curiosa generación de los llamados 'Baby Boomers', nacidos entre 1957 y 1977, época de gran crecimiento demográfico en España, al haber nacido el doble de personas que lo hacen ahora.
En el 2051, los mayores de 64 años tendremos una tasa de dependencia del 53,8% y seremos más del 30,4% de la población. Los indicadores geográficos y económicos prevén un aumento de presión del sistema de pensiones, ya que pasará de cinco personas en edad laboral por cada pensionista y medio a dos personas trabajando por cada pensionista en 2030.
El gobierno ha revalorizado las pensiones en este año, subiendo ese 8,5% y ha recordado que se destinan tres mil millones al fondo de reserva, remarcando que sigue «su hoja de ruta programada». Pero, la preocupación está, y la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuando se podrá mantener?, teniendo en cuenta las advertencias de Bruselas y la situación de envejecimiento de nuestro país es un hecho innegable.
Los 'Baby boomers' en España son los hijos de la explosión demográfica de la posguerra y su seña de identidad es la ambición. Nacieron en plena dictadura franquista, crecieron con la televisión y vivieron la lucha por los valores sociales. Además, laboralmente se beneficiaron de la entrada de España en la Unión Europea y fueron testigos de la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Esta generación debe el nombre al incremento de la natalidad que se daría en Occidente al final de la Segunda Guerra Mundial, y el nombre vino gracias a un artículo del Daly Press de enero de 1963 en el que se advertía el repunte de titulaciones universitarias en los llamados boomers, cuando alcanzaron esa mayoría de edad.
Sin duda, un grave problema para las arcas del Estado, en situación delicada, y cuando se está en plena polémica entre el aumento de la edad de jubilación y la necesidad de cumplir esa exigencia que muchos expresan en sus pancartas de las manifestaciones cuando incluso se puede leer eso de «viejo sí, pero tonto, no».