Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Cómo matar una Constitución

09/12/2024

Mientras escribo estas líneas, España celebra el Día de la Constitución. Repaso la prensa para ver qué aspecto constitucional resalta cada rotativo. Para mi sorpresa, son pocos los periódicos que se dignan mentar la Carta Magna y, quienes lo hacen, apenas le dedican un artículo. El olvido es la primera manera de acabar con las mejores personas y obras. Todos los españoles debemos saber y recordarnos que lo que sostiene España y nuestros derechos fundamentales es la Ley Fundamental aprobada en 1978 por el 88% de los Españoles. Las reformas no son imposibles pero han de respetar los cauces previstos por la propia Constitución. Quien remueve a su antojo las columnas arquitectónicas no ha de extrañarse si el edificio se le cae encima.
La segunda manera de matar una Constitución es ignorando el carácter vinculante de sus preceptos, como si de un texto programático o un pregón de fiestas se tratara. Bajo le excusa de defender el «espíritu» constitucional, algunos leguleyos se sienten libres de imponer su propio espíritu. ¡Que nadie se lamente si años después otros espíritus revolucionarios llegan al poder y queman su obra legislativa!
La tercera manera de matar una Constitución es cambiando el significado de «constitucionalidad». Para dilucidar la validez de una ley o decisión política ya no basta con respetar la letra y el espíritu de la Ley de leyes. Corresponde al Tribunal Constitucional sentenciar qué constitucional o deja de serlo. ¡Vía libre para el Gobierno que ha conseguido colocar al frente del Constitucional a un jurista que lleva años demostrando total sumisión al Gobierno y que cuenta con el apoyo de suficientes magistrados de su cuerda ideológica!
El mejor homenaje a la Constitución española de 1978 es aplicar su letra y espíritu. La reforma constitucional más necesaria es la que consiga tal objetivo.