Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


El cuarto Rey Mago

06/01/2025

En un tiempo en el que ya no se escriben cartas y los deseos duran lo que tardan en pasarnos por la cabeza hasta que nos asalta uno nuevo, no está mal pararse y escribir una carta de vez en cuando. 
Es bueno desear, tener metas, aunque lo peor de un sueño, muchas veces, es cumplirlo y perder la ilusión y el empeño por conservarlo ya que, una parte de nosotros, posiblemente no la mejor, es esencialmente depredadora e inconsistente.
Pero yo sigo pensando que, siempre y cuando no veamos a los Reyes Magos como un clavo ardiendo al que le pedimos lo que no nos merecemos, para encima cargarles la culpa si no lo conseguimos, es hermoso seguir creyendo en ellos.
A fin de cuentas, como casi todo en este mundo, los Reyes Magos no son lo que su etiqueta marca. 
Atención espóiler, destripe en castellano. Los Reyes magos ni son reyes ni son magos. La Biblia los describe como «magos» (del griego magós, que en español sería algo así como 'hombre sabio'), y en ningún pasaje los cita como «reyes». 
De hecho, parece ser que fue a partir del siglo III cuando el imaginario los tildó como reyes, quizá como exégesis de la profecía del Salmo 72:11 ("Caigan todos los reyes ante él"). Por tanto, será la tradición posterior la que embellecerá la narrativa… Y ya saben a estas alturas lo importante que es dominar el relato. 
Pero, en fin, no demos ideas y menos ahora que hay tanto asesor (los asesores de hoy son los astrólogos de la antigüedad) cuya principal e inquietante función es reescribir el futuro con profecías que aspiran a ser las crónicas que sirvan de fuente a los historiadores afines venideros. 
Gurús que andan fumando en pipa con eso de que haya reyes, que sí son Reyes, aunque no sean magos, que resulten más queridos y respetados que sus jefes, y les estén ganando por la mano el discurso con gestos que se imponen a las palabras hueras e insustanciales manchadas por el barro de sus fábulas.
Si han comprado roscón espero que les haya tocado el haba. La tradición reza que, por un día, serán "rey de reyes", lo cual no sé si será bueno a la larga, pero para un ratito suena estupendo. Y si no, no se preocupen. Piensen que existió un cuarto rey mago que nunca llegó a Judea porque se paró por el camino a ayudar a un enfermo. 
Y claro, cuando llegó a Belén ya no quedaba ni el establo… aunque no creo que se arrepintiera de haber llegado tarde. En nuestro exacerbado egoísmo olvidamos que las buenas personas suelen retrasarse porque siempre llegan a tiempo a donde realmente importa. Reivindiquemos su legado más allá del poder del oro o del halago del incienso.
Los actos más dignos del ser humano casi siempre son íntimos y/o pasan desapercibidos.  
Yo, con esta carta, deseo para esa gente discreta y digna que nos sostiene que reciba lo que merece. Poco más.

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