Pasaron ya varias semanas desde que la riada provocara una tragedia en Letur y el silencio sigue reinando en la localidad serrana, otrora pintoresca, ahora devastada. Los equipos de emergencia ya se fueron y ahora Luis, uno de los carpinteros del pueblo, se afana en asegurar las puertas de las casas afectadas, pero aún en pie, por miedo a los robos y el pillaje. El silencio se apodera de todo y se extiende hasta la ciudad de Murcia, concretamente, hasta la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), donde su presidente Mario Urrea, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, también guarda silencio. No dijo nada cuando el agua que el organismo que él preside se llevó por delante la vida de seis personas inocentes. Ni una declaración de condolencia, ni un relato de lo que pasó, ni un anuncio de lo que la CHS va a hacer para evitar nuevas catástrofes. Nada. Silencio -ni tan siquiera la página web de la CHS recoge lo sucedido a día de hoy-. Mario Urrea tampoco consideró necesario hacer una visita oficial a Letur para interesarse por lo ocurrido y conocer sobre el terreno las consecuencias de tres riadas de las que no supo alertar ni a la población ni a las autoridades.
Mientras tanto la vida sigue para Mario Urrea en su confortable despacho de Murcia y sólo se acuerda de la provincia de Albacete con el objetivo de llevarse el agua de Castilla-La Mancha para crear riqueza en la huerta murciana. Que hay seis muertos por las riadas en el Arroyo deLetur, que se las apañen. La CHStiene responsabilidad en lo ocurrido en Letur. En diciembre de 2023 el alcalde, Sergio Marín, ya le pidió que actuara en la rambla, pero no se hizo nada... la burocracia. Y ahora, ¿qué? El silencio es la respuesta... como en el cementerio de Letur, donde ya reposan los cuerpos de sus seis vecinos.