Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


La empinada cuesta de septiembre

18/09/2024

La llamada 'cuesta de septiembre' se consolida este año como tal, y lo hace después de un jolgorio veraniego antológico en todo lo referente al turismo, que bate record, alimentando el relato de Pedro Sánchez de que la economía española va como una locomotora potente y veloz, aunque lo cierto es que los principales institutos económicos apuntan al cada vez más restringido poder adquisitivo del ciudadano medio, que ya se ha puesto de manifiesto en este periodo estival donde el nivel de gasto de los visitantes de otros países es superior notablemente al del turista  español, de manera que parece ir configurándose un turismo a dos velocidades: el de los guiris y el de los autóctonos, como antaño.  El asunto de la economía se consolida, como la cuesta de septiembre, como un tema aquejado profundamente de polarización. Depende de quien te lo cuente estás en el país de las maravillas o en el de "nunca jamás". Si bien es verdad que tras la congelación total de la economía que dejó  la pandemia no se nos han  caído los pilares de nuestra casa y con las políticas expansivas de la UE hemos salido adelante, salvando los muebles, pero con  algunos indicadores más que preocupantes.
El paro juvenil no da muestras significativas de remitir, a pesar de los maquillajes varios ideados desde el ministerio de Yolanda Díaz, y lo cierto es que la gran masa laboral española está conformada por mayores de cincuenta y cinco  años, los que ya miran la jubilación como algo más o menos cercano. Los últimos datos indican que los trabajadores mayores de cincuenta y cinco se han duplicado en las dos últimas décadas. Los menores apenas alcanzan el diez por ciento, lo que incide en una capacidad de consumo muy limitada entre una población juvenil que, eso sí, se mueve como pez en el agua en Internet  en busca de «gangas digitales» para aliviar sus necesidades de movilidad y de ocio, tal y como indican los expertos en los cambios crecientes en los hábitos de consumo. Lo hemos visto también en la forma en la que los jóvenes gestionan los periodos estivales, sin coche, sin hotel, pero buscando las recovecos para moverse y disfrutar.
No solamente el turismo bate récord, también la subida del precio de los materiales escolares en una vuelta al cole que será histórica por el alza que experimentarán. El presupuesto medio registra este año un alza de casi del diez por ciento, hasta alcanzar los quinientos euros por niño, una cifra sin precedentes en nuestro país. La escalada es ininterrumpida y supone un auténtico torpedo en la línea de flotación de la educación, pilar básico del Estado de bienestar y motor para la promoción de las familias con menos recursos económicos.
A todo ello se añade la percepción generalizada es que España está perdiendo en parte el tren de los fondos europeos, que se incrementaron considerablemente tras la pandemia. En lugar de hacer una gestión rigurosa y supervisada por instancias independientes, se están repartiendo sin demasiado criterio y no están sirviendo ni para el desarrollo de los territorios más necesitados ni para el acceso a oportunidades reales, mediante una formación de calidad, de los jóvenes españoles, ni tampoco para una digitalización eficaz de autónomos y pequeños empresarios que son la base de la economía de un país donde solamente las grandes empresas están accediendo a estas subvenciones con garantías y solvencia.
Sin embargo, tras estos indicadores preocupantes, a los que se añade la hipoteca que supone un endeudamiento sin precedentes,  prevalece la  capacidad de recuperación de un país que aguante contra viento y marea y sube las cuestas que se presenten. También gestiones acertadas de partidas importantes de fondos europeos a nivel autonómico y municipal. El apocalipsis no ha estallado como preveían las crónicas más negras, pero es innegable que la desigualdad aumenta a pesar del relato "progresista" del gobierno de Pedro Sánchez, la cuesta se hace empinada, aunque se sube, en septiembre y en enero, las veces que haga falta, con un poder adquisitivo más bien estancado y unos precios que se dejan notar no solamente en el supermercado sino también en la barra del bar. Los españoles, sin embargo, seguimos al ritmo de siempre mientras que los grandes indicadores económicos anuncian que no va la cosa mal por más que el bolsillo de la mayoría se empeñe en decir lo contrario.