Desde que hace unos días fuera elegida por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial como la nueva presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha (TSJCLM), el móvil de Pilar Astray Chacón (1962, Santiago de Compostela, La Coruña) no ha dejado de recibir llamadas y mensajes de felicitación, además de solicitudes de entrevista. Con una cadencia verbal pausada, que impregna de calma y profundidad sus reflexiones, la magistrada atiende a La Tribuna con prontitud, haciendo un hueco en una agenda en la que, por si faltara algo, se añadía la entrega del premio 'Empoderamiento y Liderazgo' concedido por el Ayuntamiento de Ciudad Real en el contexto de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Una distinción que reconoce no solo su trayectoria de mujer en la Justicia, sino también su perfil cultural, como escritora y presidenta del Grupo Literario Guadiana.
¿Cómo están siendo estos primeros días desde su elección como presidenta del TSJCLM?
Están siendo como un tsunami, con muchas llamadas de todo el mundo, de compañeros, de familiares, muchas felicitaciones, muchas peticiones de entrevistas. Pero he conseguido responder a todas las llamadas y también a todos los wasaps.
"Que llegara una mujer a la presidencia del TSJ era imparable" - Foto: Rueda Villaverde¿Alguna llamada o felicitación inesperada, o que le haya emocionado de manera especial?
Bueno, llevo tantos años en Castilla-La Mancha que las llamadas de los compañeros no son inesperadas. Lo que pasa es que las llamadas de familiares me hacen más ilusión. Por ejemplo, mi madrina, Pilar, que es una señora mayor, de más de 80 años y está media sorda, hizo un esfuerzo para llamarme. Eso me hace mucha ilusión y me emocionó.
¿Y alguna felicitación que haya echado en falta?
La verdad es que no he echado en falta ninguna. Además, no soy de las que se ponen a pensar en lo que falta. Pienso que alguien que no llama puede estar pasando por alguna circunstancia, tener alguna razón para no hacerlo.
Resaltó el día de su elección que le hacía ilusión convertirse en la primera mujer presidenta del TSJCLM. ¿Por qué?
Me hace ilusión no desde el punto del vista del ego de ser la primera. Lo importante es servir de referente para todas las demás.
Desde su fundación en 1989, ¿no se ha tardado demasiado en tener una mujer al frente del máximo órgano judicial de la región?
Sí, se ha tardado. Pero hace unos años ya advertí que la llegada de la mujer a su presidencia era imparable, que iba a pasar. Y efectivamente, ha pasado. Además, cada vez son más las mujeres que se presentan a candidaturas. Antes, tal vez era una excepción que una mujer presentara su candidatura, pero ahora no lo es. En las anteriores convocatorias, y en las actuales, hay muchas mujeres que se han postulado, lo cual es un paso importante.
La Justicia ha sido un mundo muy masculinizado, con más hombres que mujeres, pero eso está cambiando totalmente. Hubo un tiempo en que sí había equiparación en número de hombres y mujeres, pero no en los puestos de libre designación. Eso es un proceso, y al final todo llega. Lo que nos alegra es ver que hay muchas mujeres en el mejor momento de su carrera profesional que están presentando candidaturas, y no se retraen. Es un paso muy importante.
¿Esas generaciones están llegando ahora porque comenzaron más tarde la promoción profesional?
Así es. Muchas se dedicaron a la crianza o a otras tareas familiares. No es que los hombres no se dediquen a ello, pero a veces a las mujeres les cuesta más tomar la decisión de asumir otras funciones, como mover a los hijos de un colegio. Es una decisión personal, que a veces se traslada en esa dirección. No es por falta de apoyo de la pareja, sino que es una decisión muy particular que a veces involucra el cuidado de los hijos. A veces es una sensación de no querer perderse momentos que no se repiten.
En su caso, ¿cómo fue la conciliación de la vida familiar con la profesional?
Tuve dos hijos que no se separaron de mí, prácticamente. Los años de crianza fueron complicados, y la ayuda externa fue necesaria. Mis padres, lamentablemente, murieron pronto, pero en aquella época estaban bien y vivos, aunque a 600 kilómetros. Mi suegra, por su parte, estaba peor. Por eso, la ayuda externa fue esencial. En Alcázar de San Juan, donde estuve de destino, conté con dos mujeres maravillosas, Use y Marisa, que me ayudaron muchísimo. Una de ellas trabajaba en una residencia, la otra era empleada de hogar, y ambas tenían una calidad humana impresionante. Agradezco mucho su apoyo.
En sus primeras palabras tras ser elegida presidenta del TSJCLM recalcó la necesidad de dotar a la región con más jueces y más tribunales, y especialmente para atender los delitos de violencia de género...
Esto es un problema. Cuando entre en vigor el traspaso de competencias, con los juzgados de violencia de género exclusivamente dedicados a este tipo de casos, tendremos que evaluar la carga real de trabajo. En algunas provincias no hay juzgados exclusivos, y la solución es crear plazas en nuevas secciones para las víctimas de violencia sobre la mujer, pero para eso es necesario presupuestos.
¿Hay cada vez más delitos de este tipo o es que las mujeres denuncian más que antes?
No tenemos una respuesta clara, pero sí creo que muchas de estas situaciones ocurren en círculos cercanos, familiares o de amistad. Es posible que antes se denunciara menos, y además muchas veces no hay huellas físicas, lo que hace más difícil denunciar. Creo que ahora estamos mejor preparados para ser menos tolerantes con estos hechos.
¿La mujer tiene una forma diferente, otra sensibilidad, de entender o administrar la justicia con respecto al hombre?
No creo que el género sea un factor determinante en la forma de ver la justicia. Las personas, independientemente de su género, tenemos diferentes sensibilidades y experiencias que nos hacen percibir la realidad de manera única. Lo importante es que en los tribunales haya una variedad de puntos de vista, y eso permite llegar a un resultado más equilibrado.
Su nuevo destino profesional le llevará a Albacete. ¿Qué es lo que más echará de menos de Ciudad Real?
Echaré de menos muchas cosas: los amigos, el día a día, las personas con las que trabajo... Pero también afronto el nuevo reto con mucha ilusión. En Albacete conozco a la mayoría de los compañeros desde hace tiempo, así que no será un terreno desconocido.
¿Le va a quedar tiempo para seguir escribiendo, para seguir leyendo, para seguir en el grupo Guadiana?
Espero que sí. Voy a seguir escribiendo, porque además es una actividad que para mí es gratificante. Voy a seguir participando en los actos culturales y escribiendo artículos que debo, aunque ahora mismo está siendo muy complicado.
¿Qué es más difícil, redactar una sentencia justa y sin fisuras o escribir un libro?
La poesía es un proceso que te deja cierto tiempo. A mí siempre me ha gustado escribir un poema después de toda la jornada de la mañana y antes de empezar por la tarde a sentenciar. La narrativa es más incompatible con mi profesión porque te hace vivir en la novela, tu cerebro te obliga a dormir, a comer y a despertarte a medianoche pensando en la novela. A veces eso también me pasa con las sentencias. Cuando arrancas del todo ya no puedes parar. A mí me decían que me iba a volver loca, mi familia sabe que cuando me pongo a escribir estoy, pero no les puedo atender.
¿Cuál es su libro de cabecera?
Los que siempre tengo a mano, los que llevo toda la vida releyendo, son los de dos escritores irlandeses, Yeats y Heaney, mis grandes referentes. Conecto con ellos, me hacen entrar en un mundo más chico, que es muy propio de mi tierra.
¿Sus raíces siguen siendo más gallegas que manchegas?
Yo me siento muy gallega, defiendo mucho la entidad de mi tierra, pero yo tengo muchas raíces de muchos sitios, y comprendo un mundo universalizado, no entiendo la cultura excluyente. Pero buena parte de mi corazón ya es manchego.