El comedor social de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús, conocido popularmente como el Cotolengo, ofreció durante el pasado año 2024 más de 91.200 comidas y cenas, así como casi 22.000 desayunos, una cifra que permanece estable respecto al año anterior, el 2023. Este recuso que funciona desde hace más de cuatro décadas en la capital de Albacete de manera ininterrumpida los 365 días del año es una gran tabla de salvación para las personas más vulnerables que no tienen recursos o a pesar de tenerlos se encuentran en una situación de extrema pobreza para poder satisfacer sus necesidades alimenticias diarias.
La media de comidas diarias que reparte el comedor social de la capital, gracias tanto a los voluntarios y a las donaciones de particulares y empresas, que hacen posible su funcionamiento, varía en función de si es temporada alta (primavera-verano) o temporada baja como el último trimestre del año y el comienzo del nuevo como en el que nos encontramos. No obstante, oscila entre las 220 comidas de la época actual y las 300 de las de mayor demanda.
La directora de la Institución Sagrado Corazón, María Montoya, trabajadora social, destacó que las 91.250 comidas repartidas en 2024 llevaban aparejada las bolsas para la cena (que incluye el bocadillo, fruta, postre, zumo y agua), «menú que varía en función del tipo de alimentos que nos donan», agregó.
En cuanto a los desayunos la media diaria de personas que se benefician de esta primera comida del día ronda los 60, pero en temporada alta hay días que supera los 80 usuarios.
Montoya aclaró que «la llegada de los temporeros en la ciudad eleva la media de comidas diarias que se reparten».
análisis. Otra curiosidad es que hay familias que comenzaron a utilizar este recurso para satisfacer sus necesidades nutricionales básicas cuando sus hijos eran pequeños y ahora éstos ya mayores de edad en algunos casos siguen la misma senda. Para estas situaciones especiales cronificadas en el tiempo, la Institución del Sagrado Corazón trabaja de la mano de los técnicos y voluntarios de otras entidades como Cáritas Diocesana, así como con las trabajadoras sociales de Atención Primaria, para evaluar casos puntuales y ver las necesidades que presentan «Una labor que antes no lo hacíamos tanto, pero que ahora sí se hace, con el fin de evitar duplicidades de ayudas y controlar y priorizas los usuarios que más necesitan de este empujón para sobrevivir», afirmó la directora de la Institución del Sagrado Corazón, que aclaró que «si queremos que el comedor social siga funcionando hay que controlar la ayuda, aunque a todo el mundo que se pone en la cola para acceder a este recurso se le da un plato de comida».
María Montoya reconoció que «muchos días los voluntarios se tienen que reinventar, porque es muy complicado planificar y realizar comidas para el número de comensales que viene cada día, con lo que siempre tienen raciones o bien del día anterior que han sobrado o de otros que se han congelado para las personas que vienen a última hora y se ha podido acabar el plato de cuchara elaborado para ese día, porque negar una comida a alguien es muy complicado».
Montoya reconoció que «la solidaridad de la población es esencial», porque si bien es cierto que el comedor social lleva mucho tiempo funcionando «las donaciones siguen siendo imprescindibles para que este recurso siga adelante».
En este sentido, los responsables de la Institución no se cansan de mostrar su gratitud por las muchas donaciones en forma de todo tipo de alimentos o de dinero que reciben desde supermercados, establecimientos particulares pequeños (como carnicerías, panaderías o pescaderías) y de personas particulares «que nos donan carros enteros de comida, unos con nombre y apellidos y otros de forma anónima, también los hay que nos llaman y nos preguntan específicamente los productos que necesitamos en ese momento», agregó la directora de la organización, que precisó que «en los meses de menos donaciones la Institución tiene que comprar los alimentos para nutrir al comedor social».
Los voluntarios son la otra parte esencial del éxito del comedor social. En activo la cifra ronda los 200. Admite Montoya que nunca hay suficientes manos para esta tarea, por ello hizo un llamamiento a la gente joven «que se quiera iniciar en esta experiencia que será para ellos muy enriquecedora».
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