Mañana, a las 18 horas, en el salón de actos de la Diputación Provincial, Manos Unidas presenta su nueva campaña contra el hambre, con el lema El efecto ser humano. El acto contará con el testimonio del misionero seglar boliviano Carlos Vicente Alconcé Chiri, que comentó a La Tribuna de Albacete algunos aspectos de la campaña y su trabajo en Ecuador.
¿Podría comentarnos que es El efecto ser humano?
Manos Unidas considera que El efecto ser humano es ahora mismo una alternativa para poder mitigar lo que el mismo ser humano ha hecho con la Creación. En ese sentido, consideramos que, en la medida en que las personas se organicen, tomen conciencia y puedan hacer lo que el Papa nos dice, una conversión ecológica, puede generar un proceso de cambio para recuperar, por eso creemos que hay esperanza en el ser humano para arreglar esto, el cambio climático.
¿Hay esperanza?
Hay esperanza, porque la persona en sí misma, sin esperanza, sin sueños, sin utopías deja de ser persona y en Manos Unidas consideramos que sí hay esperanza, estamos a tiempo, es algo urgente y por eso la campaña está enfocada de esa manera.
¿Qué debemos hacer?
Primero, tomar conciencia de lo que está pasando, seas o no creyente. Personalmente, consumir con inteligencia, con coherencia, hablar en la familia, en los clubes, en las escuelas. Tenemos que generar el cambio gota a gota, porque esperar que los políticos hagan algo solos, sin presión social, sin movilización social, no es posible. Hay que tomar conciencia y movilizarse como sociedad civil.
¿Se percibe, sobre todo, en el sur?
Los efectos afectan a todos, pero no de la misma manera. El tema está en que el origen, eso está en nuestro documento de campaña, el origen de la contaminación, del maltrato al planeta, está en los países del norte. El 10 por ciento de la población más rica contamina más de la mitad. Esta crisis climática hace pagar las consecuencias, precisamente, a las personas que no han generado esta situación.
Y se ven abocados a emigrar, a venir...
De manera indirecta, sí. Esas personas que ya vivían en un contexto de pobreza y con el cambio climático, todos estos problemas estructurales se agravan, la falta de alimentos, de agua, beber agua contaminada, si la tienen, la subida del nivel del mar. Todo eso genera condiciones para ir expulsando a las personas que, cuando tienen que ir a Europa, o por el río Bravo a Estados Unidos, no es que lo hagan para dar un paseo, es que no tienen otra alternativa. Las migraciones se hacen para escapar de una situación muy compleja.
¿Cómo ve la situación en Ecuador, donde trabajó muchos años?
La situación ahora mismo es bastante compleja en términos de seguridad. El tema del narcotráfico ha permeado las estructuras políticas, económicas, judiciales, y es una realidad que no es ajena a muchos países de América Latina. Eso se mueve con tanta fuerza en la medida que hay demanda de esos productos en el mundo. Ha golpeado mucho y en el caso de Ecuador está en el anhelo de las personas ver mayores condiciones de seguridad y tranquilidad. Es un proceso de un par de décadas.
¿Cómo es ese trabajo con Manos Unidas?
En ese contexto, Manos Unidad tiene una metodología que es muy interesante, trabaja desde España, se apoya en esta gran capilaridad social que tiene con sus delegaciones y hace un trabajo en dos direcciones, educación social, educación para el desarrollo, por un lado, y por otro pide apoyo a la sociedad civil para hacer realidad los proyectos. La segunda parte del trabajo se hace en los países y el caso de Ecuador, para apoyar procesos de desarrollo, se identifica con socios locales, con quienes se construyen propuestas, principalmente identificando a la mujer como eje de cambio y se generan propuestas para cambiar la vida de las poblaciones más vulnerables.
¿Cómo es su trabajo?
Formo parte del equipo de proyectos de Manos Unidas y una de sus virtudes el voluntariado, tenemos muchas personas y gracias a ese trabajo, con un equipo, llevamos los proyectos par Ecuador, Paraguay y Brasil.