Sánchez prometió sacar los votos «hasta debajo de las piedras» para aprobar la revalorización de las pensiones. Normalmente, debajo de las piedras habitan los alacranes y las alimañas, como finalmente se ha comprobado con el acuerdo alcanzado para dejar expedita la vía del decreto ómnibus, con el respaldo de los siete diputados de Junts.
Bajo las piedras se encuentra también el caladero de voto habitual inocente y óvido de su partido. Debajo de las piedras se esconde la mediocridad y el conformismo de quienes padecen las ataduras para desarrollar los verdaderos potenciales de cada uno. Debajo de las piedras está el voto cautivo y el voto de la masa homogénea, la que sobrevive en la vorágine de la supervivencia sin aspiraciones significativas. El voto de la comodidad, de la superficialidad en la vida cotidiana, de la búsqueda de la seguridad en la rutina y la repetición colectiva, apartados de la mínima opción para el pensamiento crítico, la autonomía y la independencia intelectual, en un sistema político degenerado, desvirtuado a propósito que, en lugar de fomentar el mérito, favorece la mediocridad y la corrupción.
Debajo de las piedras está el conformismo que no cuestiona, que no desafía, el que se rinde sumiso a las ideologías dominantes de cada momento. Está el conformismo que solo busca la aprobación social, que se somete a la moralina buenista establecida, el que evita el conflicto y prefiere la comodidad de la masa en lugar de la incomodidad que implica el cuestionamiento y el desafío.
Bajo las piedras se busca y se encuentra el enfoque del victimismo. Que los ciudadanos no puedan tomar el control sobre su propio destino, que no asuman su responsabilidad individual, que desconfíen de sus propias capacidades individuales para tomar decisiones conscientes asumiendo personalmente las consecuencias.
Para salir de debajo de las piedras debemos ser los arquitectos de nuestro propio destino, asumir la responsabilidad sobre nuestras vidas en posición activa sin diluirla en excusas ni en conceptos colectivos que la diluyan. No basta con desear la caída de estos bandarras desalmados y trileros, la responsabilidad requiere acción, no es suficiente con quejarse de la degradación, se trata de reconocer que cada pequeña acción contribuye al desmantelamiento del borreguismo, que la responsabilidad individual no se limita a una obligación pasiva o al conformismo en relación con lo que la ideología de cada momento impone.
Y no olvidemos que los alacranes están en todas partes, también se refugian en las grietas de las paredes, suelos, baldosas, ladrillos y tuberías, por lo cual se requiere tener especial cuidado para saber detectarlos cuando nos encontramos en lugares oscuros y húmedos cercanos al poder.