Afirman que el cadáver mostraba signos evidentes de violencia

Josechu Guillamón
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La expareja de uno de los acusados afirma que tenía miedo del que fue su novio y que la amenazó en varias ocasiones con matar a sus hijos y nietos

Imagen del acusado I.F. en un instante del juicio. - Foto: EFE

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial ha acogido hoy la tercera sesión del juicio contra dos hombres que se enfrentan a 18 años de cárcel por matar a un hombre en Alborea en 2014 y robar en su vivienda, en la que ha declarado un guardia civil que dijo que el cuerpo del fallecido presentaba signos evidentes de violencia.

En concreto, el agente señaló que fue el primero en llegar con la comisión judicial, después de que el sargento de Casas Ibáñez hubiera acordonado la vivienda y mencionó que éste le presentó un informe de un médico que certificaba la muerte del propietario de la casa y que señalaba en su informe que el cuerpo presentaba signos evidentes de violencia, algo que contradice la versión de ambos acusados que niegan que le pegaran, más allá de un forcejeo.

El agente también afirmó que habló con la vecina de la casa de al lado del fallecido, que explicó que al regresar a su vivienda y al ir a entrar por la parte trasera observó que había una maceta y una silla caídas y que había pisadas en la escalera metálica, al ver que no le habían robado nada y ver que el pestillo funcionaba bien, decidió no llamar a la Guardia Civil, a pesar de que tras entrar en casa vio pasar, desde la cocina, la silueta de dos personas.

El guardia civil comentó también que los vecinos llevaban varios días sin ver al fallecido y sin oír los ruidos habituales de su vivienda. Por esta razón, se avisó a la hermana de la víctima que mandó a un sobrino a la casa del fallecido, que fue el que encontró el cuerpo. A la víctima se la vio con vida por última vez el 11 de noviembre de 2014 y el guardia civil fue a la vivienda el día 15.

Por otra parte, el agente manifestó que la casa "estaba muy mal, insalubre total, había restos de comida, cascaras de huevo y bolsas de plástico por el suelo. Al aseo mejor ni entrar". Sobre la nave dijo que no había signos de que se hubieran llevado nada.

Otros testigos. Uno de los testimonios que ocuparon gran parte de la mañana fue el de E.B.M., la que fuera pareja del acusado I.F. y que vivió en Alborea ocho o nueve años.

La mujer explicó que aunque dejaron su relación el acusado I.F. la llamaba con frecuencia y que en una ocasión le dijo que estaba sin trabajo y ella le comentó que porque no llamaba al fallecido para que le diera trabajo. «Me dijo que a ese señor le tenía ganas».

En este sentido, explicó que I.F. le dijo que contrataba a mujeres rumanas «pero antes se las tenía que pasar por la piedra».

La mujer se enteró de la muerte de esa persona porque la llamó una vecina, porque ella ya no vivía en el pueblo cuando se produjo el robo. Sin embargo, también señaló que el acusado I.F. la llamó la noche del robo «me dijo que habían entrado y que le había dado 100 puños a J. (la víctima) y que como me fuera de la lengua él iba a ir a la cárcel, pero que a mis hijos y nietos los iba a matar». «Dijo que el hijo de puta (la víctima) tenía mucha fuerza».

Por todo ello, afirmó estar atemorizada. «Este tío es capaz de cualquier cosa, estoy asustada, ya no me fío de esta persona, tengo miedo porque mi hijo y mis nietos viven en Casas de Ves, donde vive su hermana».

También señaló que le dijo a I.F. que habían matado al hombre y que «él se quedó igual». También contó otros dos episodios en los que la amenazó con matar a su familia si hablaba y otras dos ocasiones en las que se puso violento e incluso una en la que la metió en un baño del cementerio, ya que había fallecido el hijo de I.F. y le quitó los pantalones allí, sin llegar a terminar de contar lo que sucedió después.

En la vista también declaró la que fuera pareja del acusado F.M. que dijo que él le dijo que no había pegado al fallecido y que ella le creyó y que aseguró que no veía a ninguno de los dos acusados capaz de matar a nadie, aunque a I.F. lo conocía menos. «No considero a ninguno de los dos capaz de matar a alguien, no los considero agresivos».

Si que reconoció que el acusado iba a veces a robar cobre a naves abandonadas algo que hacía por necesidad. El juicio continuará hoy con nuevas declaraciones.