Se lidiaron seis novillos de Sagrario Moreno de buena presentación y gran juego, destacando los lidiados en quinto y sexto lugar, premiado el quinto con la vuelta al ruedo, para alumnos de distintas escuelas taurinas.
Abrió plaza un novillo con cuajo, que no se centró en el capote del valenciano Daniel Artazos, llegando a la muleta rebrincado por el pitón derecho y con algo más de fuste por el zurdo. Se fue suavizando la embestida, aunque acortó el viaje el de Sagrario Moreno dejándole al novillero templar y obligarle un poco, aunque la faena no llegó a coger altura, pero correcta. Lo mató de estocada trasera y caída, recogiendo una ovación tras leve petición.
El segundo de la tarde, que correspondió al albacetense Pablo Víllora, tuvo brusquedad en su embestida, parándolo templado con el capote. Complicado de banderillear, llegó a la muleta con genio, aunque el de Albacete pudo cuajarle tandas templadas y ligadas, ya que cuando le tocaba los trastos, era complicado de torear. Faena con mucha compostura que remató de pinchazo y estocada, cortando una oreja.
Manso el tercero que tuvo delante al almeriense Dennis Martín, quien también puso banderillas saliendo apurado del segundo par. Pase cambiado para empezar y faena posterior con temple y mano baja por los dos pitones que hicieron poderle al novillo. Lo mató de estocada y paseó las dos orejas.
No se acopló con el capote Manuel Martínez, de la escuela de Málaga. Novillo excelentemente lidiado por Basilio Mansilla, con suavidad y por abajo. No estuvo confiado el malagueño combinando pases templados con otros enganchados. Media estocada y ovación.
Un gran novillo, bien lidiado por Caco Ramos, cayó en manos de Álvaro Castillo, un ejemplar encastado y repetidor, que brindó a Molina y Alejandro Peñaranda, llegando a la muleta embistiendo con mucha clase, exigiendo muleta por abajo y buena colocación, lo que consiguió Castillo casi toda las tandas, en las que llegaba a repetir hasta en seis o siete ocasiones, siempre entregado y transmitiendo, destacando una última al natural largos, ligados y con mando. La espada no entró a la primera, necesitando de pinchazo, otro hondo, estocada y dos descabellos, echándose el toro. Hubo petición escasa y el novillo fue premiado con la vuelta al ruedo, vuelta que también dio el torero.
Otro buen novillo fue el sexto, que cayó en manos del toledano Pedro Rufo, hermano del matador Tomás Rufo, un novillero al que se le nota el oficio bien aprendido, por lo que aprovechó las buenas condiciones del animal, templando y mandando en la embestida del de Sagrario Moreno. Una pena la espada que emborronó la faena.