En medio de la polvareda política provocada por la tramitación de la Ley de Amnistía y los ecos del 'caso Koldo', todavía muy lejos de aclararse, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intentó ayer salirse por la tangente internacional. La estrategia no es ni mucho menos nueva y apenas sería reseñable, de no ser porque Sánchez quiso presentarse ante el Congreso de los Diputados como un líder de talla mundial, a cuenta de la guerra que libra Israel en Gaza.
Un liderazgo con el que tapar las vergüenzas y el ruido provocado por el propio Sánchez, con un proyecto de ley que lejos de pacificar la situación en Cataluña como defiende el Gobierno, ha acabado por avivar la lista de reivindicaciones del independentismo, empezando por el referéndum de autodeterminación.
Sánchez se subió a la tribuna del Congreso de los Diputados para hablar de política exterior, seguramente el terreno que le resulta más cómodo en un escenario al que hay que añadir las confrontaciones por las tres convocatorias electorales sobre la mesa para los próximo meses. Allí defendió el inminente reconocimiento de Palestina como Estado, un paso que, según adelantó, dará el Consejo de Ministros sin mucha demora.
Con esa posición, el líder socialista anuncia una gira internacional para intentar generar adhesiones a su postura, lo que le otorga un supuesto liderazgo en el ámbito internacional sobre el principal conflicto que está pendiente en este momento, sin perder de vista la situación en Ucrania.
El alto coste en vidas humanas que han tenido las intervenciones del Ejército israelí en Gaza, y los movimientos que genera en el tablero de la geopolítica, como se ha podido ver en la evolución del presidente de Estados Unidos, colocan a esta guerra como el principal asunto del escenario internacional. Una situación que Sánchez pretende aprovechar para huir de la situación interna, muy tensionada por los últimos pasos en falso del propio gobierno.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, le echó en cara los bandazos del Ejecutivo y esa pretensión de servirse de la política internacional para escapar de los problemas domésticos.
La comparecencia se ganó también la postura en contra de los socios de gobierno y de investidura, porque Sánchez metió en el mismo paquete el aumento del gasto militar, una materia que genera el rechazo frontal de Sumar y que, de llevarse a cabo, abriría una importante brecha entre las dos formaciones de la coalición.
No obstante, todo vale en la estrategia de esquivar el debate y la contestación generada por la Ley de Amnistía, que ha provocado ya un choque inédito entre Congreso y Senado, y para alimentar los delirios de grandeza presidenciales.