Editorial

El 'cuponazo' catalán no garantiza a Sánchez la estabilidad esperada

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La singularidad de la financiación de Cataluña, pactada con ERC para convertir a Salvador Illa en presidente de la Generalitat, no le termina de salir bien al sanchismo. Ni el presidente del Gobierno ni sus ministras han conseguido explicar de forma clara lo que significa, o más bien no han conseguido despistarnos con sus diferentes interpretaciones, lo que lleva a que los ciudadanos cada vez estén más seguros de que se trata de un 'cuponazo' que será entregado a costa de romper la caja común y destrozar la solidaridad que debería ser la base de la financiación autonómica. El hecho de sentar en el Palau de la Generalitat a un socialista tras 14 años de gobiernos independentistas se ha dejado notar en la fractura abierta entre los dos principales partidos políticos que abanderan su separación de España, ERC y Junts, sin embargo no hay servicio para dotar de estabilidad al Gobierno central, que sigue recibiendo a diario advertencias de Puigdemont y sus discípulos.

Ayer mismo se celebró la Diada, sin embargo la profunda división existente se visualizó en las calles donde apenas participaron la mitad de los que se movilizaron el año pasado, una cifra que no era tan baja desde el año de la pandemia. Esto que podría ser una buena noticia se ve empañado por el precio que ha pagado Pedro Sánchez para conseguir desbancar a los nacionalistas del Gobierno catalán. A pesar de su debilitamiento, tanto ERC como Junts saben que tienen 'cogido' a Sánchez y de ellos depende que puedan salir adelante sus proyectos, entre ellos los presupuestos, en el Congreso de los Diputados. El inicio del curso político en la Cámara Baja ha demostrado ya esta semana que los del fugado Puigdemont están rabiosos y van a complicar la legislatura al actual Ejecutivo, que deberán enfrentarse a la ofensiva del Partido Popular sin el apoyo de los socios de investidura.

Y a todo esto, el movimiento de Sánchez para extender la financiación singular al resto de los territorios está resquebrajando la férrea unidad de los barones populares, que controlan la gran mayoría de las comunidades autónomas. El Gobierno promete más dinero para todos y las cuentas no van a salir cuando haya que poner negro sobre blanco la propuesta, sin embargo por el camino cada uno intentará sacar la mayor tajada posible para cubrir los gastos de sus servicios básicos. Esta es la trampa en la que andan ahora Pedro Sánchez y María Jesús Montero, pero les auguro un recorrido muy corto pues cuando llegue el momento de consensuar el acuerdo final desde la multilateralidad el castillo de naipes que intentan construir se derrumbará.

Los intereses dispares de las autonomías y el 'cuponazo' de Cataluña convierten en casi imposible la aprobación de un nuevo modelo de financiación. Y encima habrá que ver si Sánchez aguanta todas las zancadillas de sus socios y la presión de la calle.