Todos los duelos tienen sus fases y Letur acaba de abrir una nueva, igual de difícil que las anteriores pero mucho menos agradecida: ahora toca tasar el dolor. Los técnicos municipales trabajan en la evaluación de cada caso. Todos son urgentes, pero hay que marcar prioridades y nunca es fácil. Éste es un primer ejemplo.
María Dolores Marín es la madre de uno de los dos trabajadores municipales que se llevó la riada el 29. Acaba de presentar un escrito en el registro municipal. «Han pasado ya 37 días y el Ayuntamiento no ha soltado ni un euro para los damnificados», critica, «y se lo dije al alcalde en una reunión, y nada, ni caso».
Marín afirma que, en una reciente reunión con los afectados, pidió explicaciones acerca del dinero aportado por Amancio Ortega y Globalcaja, unos 900.000 euros. «Me contestaron que el reparto de esos fondos se hará por los servicios sociales», indica, «y yo he pedido por escrito que me informen de qué forma lo van a hacer».
En el escrito, del que aporta copia, pide el estado de cuentas a fecha del 29 de octubre y el listado de las familias que hayan recibido ayudas, así como las cuantías. Cuando se le pregunta por el motivo de sus reticencias, sostiene que los 900.000 euros en cuestión se entregaron conforme a unos criterios, con condiciones.
«Y yo quiero saber cuáles son estos criterios», sostiene, «porque a mí me dicen que los fondos son para reconstruir Letur, y yo creo que deben ser para los damnificados». discrepancias. Por su parte, el alcalde de Letur, Sergio Marín, reconocía ayer a La Tribuna las discrepancias con esta vecina, pero dejaba muy claro que no iba a entrar en polémicas con ella.
«No pienso entrar en una discusión con una madre que ha perdido un hijo», señaló, «y si eso me cuesta aguantar críticas y reproches, me tendré que aguantar». Lo que sí quiso puntualizar es una serie de cuestiones relacionadas con la gestión de los fondos y las ayudas que están en trámite o en proceso de ejecución.
«Aunque sea el alcalde, no puedo dar fondos bajo mi único criterio, cada euro que se recibe en el Ayuntamiento tiene un destino específico», explica. Hay ayudas a las personas físicas, con nombres y apellidos; otras son para las empresas y los profesionales; otras para reconstruir casas o infraestructuras.
«Y todas deben pasar un filtro», remarca, «que en el caso de las ayudas a las personas, es el filtro de los servicios sociales, que estudian cada caso, uno por uno». Marín entiende que es «doloroso» establecer prioridades, «pero hay gente que se ha quedado sin nada, con lo puesto, ni casa, ni bienes, ni dinero, van primero, no puede ser de otra forma».
En todo caso, remarca, hay un dinero que sí es de María Dolores y sólo suyo, «y es la póliza del seguro que tenía su hijo por ser trabajador municipal» y a la que tiene «todo el derecho» del mundo.