e.r.j. / albacete
Las personas, por definición, somos iguales, pero lamentablemente no todas vivimos en las mismas condiciones. Cada año hay miles de personas que, tras huir de conflictos y persecuciones a las que están expuestas en sus países, cruzan una frontera internacional en busca de protección. Son las personas refugiadas y este 20 de junio se conmemora su día mundial.
Afortunadamente, y pese a las reticencias de determinados colectivos sociales o políticos, hay una cada vez más entrelazada red que les asiste, y que no sólo está formada por las Administraciones de cada Estado, sino, y principalmente, por las organizaciones no gubernamentales que, como Cruz Roja, tienen una principal componente de acción humanitaria.
Sólo el año pasado, Cruz Roja Albacete atendió a 114 personas refugiadas, pero es que, «en lo que llevamos de año, hemos atendido a 72, porque la tendencia es al alza y, con estos datos, es previsible que al acabar el año hayamos superado la cifra del 2023», expone la responsable del Programa de Refugiados de esta ONG, Ana Montero.
La mayor parte de quienes recalan en Albacete, «derivados de la Unidad de Trabajo Social del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones», son hombres jóvenes. De hecho, el año pasado solo seis de las atenciones fueron a menores de edad.
En cuanto a la procedencia, Ucrania se mantiene como principal (35 personas), seguido de Mali (20), Afganistán (12) o Colombia (12), pero también se atendieron a personas de hasta casi una veintena de países, como Venezuela, Marruecos, Sudán, Senegal, Cuba, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Burkina Faso, Argelia, Kazajstan, Mauritania, Nicaragua y Somalia.
Vida digna. En cuanto al nivel de estudios, aunque llegan personas sin alfabetizar, la mayor parte tienen estudios mínimos y un grupo también cuentan con una buena cualificación, en sus países terminaron estudios superiores «pero llegan aquí y, entre las dificultades con el idioma, que es el principal problema que sufren la mayoría, y los inconvenientes para convalidar su titulación, acaban trabajando en otra cosa distinta» y, a menudo, con una cualificación menor.
«Lo que Cruz Roja Albacete persigue, su labor en el Programa de Refugiados -insiste Ana Montero- , es que estas personas, que han tenido que salir huyendo de sus países para salvar su vida, tengan otra oportunidad, puedan disfrutar de una vida digna».
En esa idea insiste mucho la responsable de este programa, porque, para Cruz Roja, acoger no implica simplemente facilitar manutención y alojamiento.
«Nuestro compromiso se traduce en un conjunto de actuaciones dirigidas a potenciar la autonomía, la dignidad y el bienestar de las personas solicitantes de protección internacional, temporal y apatridia» y ese compromiso se logra articulando una serie de programas enfocados a que las personas refugiadas «puedan alcanzar una vida digna, autónoma y estable en nuestro país». Lo que la ONG hace también, para alcanzar esta meta, es acompañarles en todo el proceso, pero «aportando herramientas personales y sociales, para que ellas sean las auténticas protagonistas de su propio proceso».
Multidisciplinar y altruista. Esa tarea requiere de la labor coordinada de muchos profesionales, y por eso en la organización se han ido dotando de un equipo multidisciplinar, que no solo tiene trabajadores sociales, sino también educadores, gestores de aplicaciones, psicólogos, técnicos de empleo, técnicos para el aprendizaje del idioma o juristas. «Todo sale adelante -hace hincapié Montero- gracias a la labor altruista y desinteresada de nuestro voluntariado, de hecho, en el Programa de Refugiados contamos en estos momentos con 65 personas voluntarias que hacen una labor indispensable y para alabar».
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