Hablar de Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea es hablar de una importante parte de la historia del toreo, ya que ha sido una figura indiscutible del toreo durante un cuarto de siglo, en un momento en el que ocupaban la parte alta del escalafón, diestros de la talla de Paquirri, Dámaso González y Manzanares, entre otros, llegando a convivir igualmente con toreros como Paco Camino, Julio Robles, etc.
Hace unos días, recogió en nuestra ciudad el Trofeo Dámaso González a los Valores de la Tauromaquia, un trofeo de mucho prestigio que otorga el Club Abonados Plaza Toros de Albacete en su sexta edición. Igualmente, aprovechando su estancia en Albacete fue invitado por la Tertulia Taurina Los Sabios del Toreo, compartiendo tertulia y mantel con este grupo de aficionados, dando una magistral clase de torería y sabiduría, por lo que su estancia en nuestra ciudad fue completa, recibiendo sendos homenajes de los aficionados, siempre acompañado por su esposa, la ganadera Carmen Lorenzo y de Feli Tarruella, viuda de su entrañable compañero y amigo Dámaso González.
La suya fue una generación muy importante...
Nuestra generación fue bonita y muy importante, ya que no es fácil ver a ocho o 10 toreros con un corte totalmente distintos entre ellos, dándole un dinamismo a las corridas que no es normal y sobre todo era una generación de orgullo de toreros, ya que queríamos crecer cada tarde.
Nos habla de las diferencias entre aquella generación y de la situación actual.
Personalmente creo que ahora tienen más mérito los que quieren ser toreros, porque yo estuve empujado por el hambre y ahora están empujados por los sueños, la ilusión, por ese algo que llevamos dentro los toreros, que nos sale sin saber por qué y que no nos importa nuestra propia vida con tal de conseguir cumplir el sueño de ser torero, por eso yo ahora les doy mucha importancia a los chiquillos, que sin la necesidad del hambre son capaces de jugarse la vida para conseguir su sueño.
Entra en las formas y conceptos.
Si les dejan a los chiquillos que vayan expresando su propio sentimiento, me parece fantástico, pero si los quieren enseñar a que el cuerpo exprese lo que el profesor enseña, habrá toreros monótonos, por lo que hay que decirles a los profesores que enseñen el manejo de los engaños y el conocimiento del toro y después tienen que ser ellos los que su intuición les vaya dictando.
Habla emocionado de su amigo Dámaso González.
Se ganó toda la admiración de la que sigue siendo objeto, por la capacidad como torero, por un temple especial y único en la historia del toreo y porque, además, Dámaso no es sólo de Albacete sino de todo aquel que ame la fiesta de los toros en cualquier rincón del mundo. Dámaso es eterno. Pero tenía otra cualidad esencial, era muy humano, un hombre del pueblo y cuando un hombre es del pueblo, lo primero que hace es sentirse orgulloso de su tierra y Dámaso se sentía tremendamente orgulloso de Albacete y eso se transmite en la calle, en el día a día hablando con cualquiera, porque no hablaba Dámaso González el torero, sino que lo hacía la persona y eso la gente lo capta y por eso lo han adorado, lo adoran y lo adorarán siempre.
La plaza de toros de Albacete es muy importante para el torero.
Siempre ha sido una plaza importante y la prueba de ellos es que es una feria que se ha comido al resto de ferias de septiembre en cuanto a expectación y categoría y es porque los toreros, desde muchas generaciones atrás, incluso anteriores a la mía, le han dado a Albacete muchísima importancia, porque la afición de Albacete ha sabido calibrar a los toreros que han venido a su plaza, los ha aupado cada uno en su categoría y les ha sabido dar el sitio que cada uno se ha ganado en Albacete y no le ha dolido prendas en decir los toreros que le gustan, lo que le honra porque es una afición sana y que no se esconde de nada y orgullosos de la feria que tienen.
Un premio, el de Valores de la Tauromaquia, muy merecido.
Yo empecé para salir de la miseria y terminé enamorándome del toro y eso se transmite. Los valores que yo pueda transmitir son los del amor por una profesión, el amor por la familia, el amor por los amigos, el respeto por todo el mundo y sobre todo, una admiración tremenda por todo aquel que es capaz de ponerse delante de un toro.
Destaca el significado de tertulias como Los Sabios del Toreo.
Es una tertulia de poca gente pero entendida y me ha gustado porque es muy dinámica, se puede decir lo que uno quiera sin taparse de nada, lo que uno siente y expresa y me parece muy interesante, ojalá y hubiese muchas de estas en todas las plazas de España.