El Congreso de los Diputados dio su confianza a Pedro Sánchez para ser presidente del Gobierno y formar Ejecutivo. Lo hizo con un pacto a ocho bandas          -con Sumar, Junts, ERC, PNV, Bildu, BNG y CC-, que no se sabe hasta dónde puede llegar. De momento, fracturó la sociedad, con protestas diarias en Madrid ante la sede del PSOE y manifestaciones multitudinarias, una convocada por el PP, y la de ayer, promovida por la organización cívica Foro Libertad y Alternativa y otras asociaciones constitucionalistas, ambas multitudinarias. Y la oposición vaticina una lucha larga contra la amnistía a los independentistas catalanes.
Una cosa está clara, Pedro Sánchez manejó el parlamentarismo para alcanzar una mayoría absoluta y es legítimo en un sistema democrático. Lo que no es legítimo es que para conseguir ese acuerdo de gobierno haga concesiones que se saltan la Constitución, el documento fundamental en el que se basa la convivencia en España. Ahí reside el problema y ahí encontrará el presidente del Gobierno la mayor de las oposiciones por parte de la ciudadanía, no ya sólo de los partidos de centro derecha y derecha. Una ciudadanía numerosa y de todo tipo de ideología grita «¡Basta!» y lo hace de forma pacífica, aunque grupos de extrema derecha quieran aprovecharse de la situación para provocar altercados. Con eso no contaba Sánchez.
El peligro reside en la fractura social que comenzó a larvarse, el resurgimiento de las dos españas, décadas atrás olvidadas, pero que saltaron a la primera línea de la opinión pública. Hoy, en la vida cotidiana, se vuelve a mirar con rencor al que piensa diferente. Vuelve a haber rojos y azules, el tono en el Congreso subió varios puntos y todo eso tiene un reflejo directo en la sociedad... y un peligro. Pero parece que el fin justifica los medios para Pedro Sánchez, quien está en un callejón con dos únicas salidas: la concesión de todas las condiciones de los secesionistas y de aquellos socios que aún no se han pronunciado o el incumplimiento de las promesas. Ambos casos desembocarán en una tremenda inestabilidad política, económica y social del país que se desconoce dónde acabará...