El Cristo del Sahúco o la carrera de la fe

E.F
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Como marca la tradición, el Lunes de Pentecostés los 'andarines' se dieron cita en la afueras del Santuario para llevar la efigie de Jesús a lo largo de 15 extenuantes kilómetros, hasta la Parroquia que lo guardará durante más de tres meses

Más de 100 'andarines' portaron al Cristo del Sahúco este año. - Foto: R.S.

Era una tarde soleada en una pequeña carretera local cercana a la pequeña parroquia de El Sahúco, dentro del municipio de Peñas de San Pedro, no lejos de la capital de la provincia, Albacete. En un talud justo a la altura de la acera, había un centenar de 'andarines'.

Un 'andarín' no es un corredor común. No corre por medallas,  récords o un gran contrato con un patrocinador. Corre para mantener viva una de las tradiciones más distintivas de esta parte de la provincia: el Santísimo Cristo del Sahúco.

Los 'andarines' no caminan, corren. Corren en 'parejas', pero cada pareja es en realidad un equipo de cuatro personas. Y llevan un tipo muy especial de ataúd, uno diseñado y hecho para llevar a un Cristo y su cruz, ambos juntos.

Son las seis de la tarde. Mientras se preparan para la llegada del Cristo, los corredores se organizan en 'parejas'. Este año, hay suficientes corredores para formar 28 equipos que llevarán por turnos al Cristo del Sahúco hasta llegar a Peñas.

No muy lejos, en El Sahúco, comienzan a repicar las campanas. La misa ha terminado, y los corredores empiezan a estar un poco impacientes. Algunos bromean: «si llegan un poco más tarde -dicen- cogemos la caja y empezamos la carrera, correremos más rápido».

Aún quedan unos minutos para que los 'andarines' se preparen, todos vestidos de un blanco inmaculado. Blancos los pantalones, blancas sus camisas, el color reservado para los cinturones rojos o azules que utilizan para evitar lesiones, y sus modernas zapatillas de correr.

Pero ése es el único lujo, el único compromiso con la modernidad, porque aquí se corre a la antigua. Como mucho, se reemplazan las antiguas friegas por algún compuesto en spray. Casi ni se ven las típicas bebidas isotónicas, sólo  agua fresca para aliviar el sudor.

Una multitud se acerca desde el Sahúco. El Cristo se ve a lo lejos, vestido con una túnica de color rojo intenso. Justo detrás, viene la Santísima Virgen. Cuando la procesión se reúne con los corredores, comienza una delicada operación.

La figura de Jesucristo se introduce en la caja que lo protegerá durante todo el recorrido de15 kilómetros. Es un momento muy intenso para los fieles, casi todos mujeres, que intentan tocar la figura por última vez para despedirse.

Algunos 'andarines' empiezan a correr por anticipado. Un par de corredores veteranos que necesitan un poco más de calentamiento para aguantar toda la carrera, un padre que enseña a su  pequeño los primeros pasos de la tradición.

La carrera comienza. Tres paradas esperan, para recuperar el recuperar el aliento y beber algo. Los rostros enrojecen kilómetro e kilómetro.

Cada cierto tiempo, se repite la misma letanía: "¡Viva el Santísimo Cristo del Sahúco! ¡Viva su Santísima Madre! ¡Viva el acompañamiento!" dicen unos y otros con respeto, seguido de un recio grito para sacar fuerzas de donde no hay: "¡Palmas, Gandules!". 

La comitiva  se pierde en la lejanía, camino de Peñas. La imagen se quedará allí hasta el 28 de agosto, día de la romería de regreso. Hasta entonces, la parroquia de El Sahúco  esperará su vuelta, solitaria, impaciente, fervorosa.