«Estamos mal y nos queda mucho por hacer»

Emilio Fernández
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Sergio Marín es uno de los alcaldes más jóvenes de Albacete, pero desde el día 29 de octubre es, muy a su pesar, uno de los más veteranos y curtidos porque desde ese día, el de las riadas en Letur, su pueblo es otro, con una difícil tarea

Sergio Martín, alcalde de Letur. - Foto: Rubén Serrallé

Sergio Marín es uno de los alcaldes más jóvenes de Albacete, pero desde el día 29 de octubre es, muy a su pesar, uno de los más veteranos y curtidos porque desde ese día, el de las riadas en Letur, su pueblo, se podría decir que ha vivido en semanas lo que otros regidores municipales no han vivido en años. Seis muertos, familias y vidas truncadas y un municipio que afronta una dolorosa y difícil reconstrucción.

Volvamos al pasado martes 29 de octubre. ¿Dónde estaba y cómo se entera de lo que pasa?

En la mañana del 29 estaba en Albacete, en la Delegación de la Junta, con el delegado, Pedro Antonio Ruiz.  Dimos una rueda de prensa sobre la activación del Meteocam la noche de antes, porque para entonces ya estaba muy claro que venía la DANA. En aquel momento, sobre las 11 u 11 y media de la mañana no teníamos noticia de nada especial, unas balsas de agua en Cenizate, en un tramo de carretera y poco más.

O sea, que el puesto de trabajo lo tiene en Albacete.

Sí, estoy en la Delegación de Hacienda de la Junta, en la Fábrica de Harinas. Al mediodía, cogí el coche para volver al pueblo y, de camino, me llamaron de Protección Civil. En el pueblo, habían caído 35 litros por la noche y una cantidad similar por la mañana, nada extraño. Sí me dijeron que llovía mucho en la pedanía de la Dehesa y que el agua empezaba a entrar en las casas, pero esto aún no era lo gordo, eso vino luego. 

¿Y cuándo llega usted al pueblo?

Después de la primera riada, que no fue a las dos, más bien a la una y media, ahí ya todo se dio la vuelta.

¿Qué panorama se encuentra?

Me encuentro a bomberos del Sepei  y a los militares sobre el terreno, me dicen que hace falta abrir un puesto de mando y de inmediato pensamos en el colegio. Es un edificio grande, con bastante capacidad, en un punto alto y a 200 metros del lugar donde impactó la riada.

Y se ponen manos a la obra.

Casi de inmediato, cuando amainó un poco. Nos pusimos a rescatar personas, a determinar quien estaba en una zona 100% segura, quien está aislado pero  tiene garantías de seguridad, quien se puede evacuar de inmediato, quien está desaparecido. 

Y en ésas estaban, cuando les llegó la segunda.

Sí, pero ésa no fue la peor, la peor riada fue la tercera, la de la noche, pasadas las 10. Nadie se imaginaba el agua que  llegó a bajar. No sólo inundó la margen izquierda, también parte de la derecha, el agua se llegó a acercar al colegio y, en la parte baja, saltó hacia  la derecha, en dirección al casco antiguo, aunque no entró. Por poco, pero no entró. 

¿El operativo ya estaba en marcha?

Al 100%. Antes de que oscureciese, aquí ya estaban más medios del Sepei, los militares del Mando de Operaciones Especiales, Cruz Roja, Protección Civil, Guardia Civil, Geacam. En total, durante toda la fase de rescate, aquí hubo unas 200 personas en todo momento, se fueron relevando, pero de media ésa es la cifra.

¿Qué panorama se encuentran a la mañana siguiente?

Técnicamente, la cosa mejoró mucho, pero de ánimo, sobre todo entre los vecinos, se lo puede imaginar.  Para los equipos de rescate, el momento más complicado fue la primera noche, pero después todo fue  casi mecánico, todo el mundo sabía qué hacer sin tener que esperar a que se lo ordenasen; que hace falta una máquina, venga; un local, venga; un equipo de lo que sea, aquí está. A mí me llamó mucho la atención  cómo se coordinaron los del Sepei y los militares, porque ya se conocían. Los del Sepei, como sabían más de rescate en estructuras, se centraron en el casco urbano; los militares, como entrenan por la zona donde el arroyo llega al Segura, se centraron en el campo. Cada uno a lo suyo, y todos coordinados con todos.

¿Y de moral?

Qué quiere que diga, somos un pueblo de 920 vecinos, así que los seis fallecidos son amigos, son familia. Todo el mundo se puso a disposición para lo que hiciese falta, desde el inicio y aferrados a un clavo ardiendo. Porque aunque la cabeza sabe que todo está en contra, cuando se trata de los tuyos, el corazón te dice que igual hay un milagro, lo que sea, que pueden aparecer.

Pero había un silencio tremendo.  Nadie gritaba, nadie se desesperaba, sólo se oía la maquinaria.

Es nuestra forma de ser, es la cultura que tenemos en Letur. Estábamos preocupados, tristes. Ves que el pueblo está machacado, que hay trozos de tu vida que se los ha llevado el agua, que faltan seis de los tuyos, pero sabes que tienes que dejar trabajar a los equipos de rescate y, si puedes echar una mano, te callas y la echas, aunque llores por dentro.

Y ahora, en frío, ¿cómo están?

Pues mire, aunque suene a tópico, la visita de los Reyes fue un chute de moral para nosotros. A ver, aquí han estado todas las instituciones en bloque, una piña, desde el minuto uno; han estado de todos los partidos; los concejales del Ayuntamiento, todos a una. Lo de los voluntarios llegados de media España, es que no te lo crees hasta que los ves. Fíjese que hemos recibido tal cantidad de alimentos, que decidimos mandar una parte a Valencia para que no se perdiese. Pero ver a los Reyes fue un antes y un después, se notó muchísimo. Fue llegar al punto de decir que vale, estamos mal, nos queda mucho por hacer antes de dejar todo esto atrás, pero lo vamos a superar, sin la menor duda.

Hablando de lo que aún queda, de todas las visitas que ha habido, hay una de la que le quería preguntar, que la del presidente de la Confederación del Segura, Mario Urrea.

Esta visita fue muy importante, aunque no fue muy visible. Todas las visitas tuvieron importancia, las del presidente Page, los ministros, los consejeros, todas nos ayudaron mucho, pero es que la Confederación tiene que diseñar una solución hidráulica para impedir que esto no se repita. Sabemos que estudian una actuación aguas arriba del pueblo, con un contrato de emergencia de casi dos millones, y  esa solución aguas arriba del tramo urbano es esencial para el futuro de Letur. 

¿Y por dónde irá la reconstrucción?

Pues en más de un aspecto estamos a la espera de que nos diga la CHS qué va a hacer. Hemos tenido una suerte, y es que justo ahora teníamos muy avanzada la revisión del Plan de Ordenación Municipal,  que va a ser una herramienta muy poderosa, muy importante para la reconstrucción, lo tenemos en fase de concertación interadministrativa. Pero para saber cuestiones muy básicas, como por ejemplo dónde se va a poder construir o no, o qué casas se van a poder reconstruir o no, primero tenemos que saber por dónde pasará la zona de Dominio Público Hidráulico, y eso depende de la solución que nos dé la CHS para evitar que esto se repita.

En todo caso, ¿en qué fase estamos?

Diría que entre la segunda y la tercera. La de rescate ya terminó; ahora estamos en la de recuperar los servicios básicos, que está muy avanzada, y en la de evaluar los daños. Las administraciones, la Agencia del Agua, las empresas de suministros, están muy encima de lo más básicos, como el agua, la luz o poner en marcha la depuradora, la EDAR. En cuanto a la evaluación de daños y la petición de ayudas, nos haría falta que nos den algo más de plazo en el caso de las ayudas del Estado, llega hasta el 6 de enero y se nos puede quedar muy justa.

¿Se ha visto ya con los empresarios?

Sí, hemos tenido una primera reunión, en pocos días habrá otra y habrá más, de forma regular, con ellos y otros colectivos, debemos hacer un gran esfuerzo de información y de transparencia. La primera reunión se centró mucho en las ayudas de los ERTE y todo lo relacionado con la Agencia Tributaria y las ayudas directas del Gobierno central. Lo que  me transmiten es que quieren seguir y aguantar, pero para eso tenemos que darles garantías de seguridad, de que sus negocios y el pueblo van estar seguros al 100%.