Falta muy poco para las siete de la tarde y dos 'manolas' veteranas corren hacia la Catedral, temerosas de que se les caiga la mantilla o de que alguien se la pise.
Mientras tanto, por la escalinata que lleva a la Plaza de la Virgen de los Llanos, suben dos músicos en manga corta con un apuro similar.
«Mira las autoridades», dice uno de ellos, «con el calor que hace, y todos de traje oscuro».
«Anda, aprieta», replica el otro con retranca, «tú fijo que ardes en la caldera, te lo digo yo».
Lo cierto es que el alcalde, Manuel Serrano, y buena parte de su Corporación aguantan estoicos el bochorno por la misma razón que muchos albacetenses se apresuran por llegar a la plaza: todos quieren recibir a la Patrona de Albacete, la Virgen de los Llanos.
Con motivo del sexagésimo octavo aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen, ayer se celebró una solemne procesión, seguida de una ofrenda de flores.
El recorrido comenzaba en la Catedral; la rodeaba hasta llegar a la Plaza Mayor por Méndez Núñez; de ahí, por la Calle Mayor, llegaba al Calle Ancha para desembocar y en el Altozano y, por fin, de vuelta a la Catedral.
La comitiva empezaba con un evidente tono de Semana Santa, pues las cornetas y los tambores abrían el paso. Pero, a los pocos metros, comenzaban las jotas y las seguidillas en honor a la Virgen de los grupos de folclore y las principales casas regionales.
Sobre las siete y veinte de la tarde, salió por fin la protagonista del día, entre aplausos, vítores y tañido de campanas, precedida de un grupo de 'manolas' que portaban rosas blancas.
Pero fue entonces cuando llegó la sorpresa, pues tras la Patrona se pudo ver al obispo emérito, Ángel Fernández, acompañado del administrador de la Diócesis, Julián Ros.
Y todos ellos tomaron la rampa de la Calle San Julián, para compartir una tarde de devoción y sol con la Señora de Los Llanos.