Enfermera comprometida y apasionada por su labor, ha dedicado gran parte de su vida a cuidar a otros en situaciones de salud adversas. Sin embargo, su verdadero acto de valentía se manifiesta cuando una catástrofe humanitaria golpea. En esos momentos críticos, ella toma la decisión de dejarlo todo atrás: su hogar, su rutina y su comodidad. Cristina Carriedo se convierte en un ejemplo inspirador para sus familiares y amigos. Su historia destaca el papel esencial de los profesionales de la salud en la respuesta a emergencias humanitarias y resalta la importancia de la empatía y el altruismo en la construcción de un mundo más compasivo.
Enhorabuena por el reconocimiento… ¿Te lo esperabas?
Me sorprendió muchísimo que pensaran en mí para recibir este premio. Desde la vuelta de la misión en Turquía, hasta octubre, no tuve ningún contacto institucional, y sinceramente me sorprendió mucho. No me lo esperaba, pero estoy muy contenta.
Este es un pequeño paso para ponerle cara en Castilla-La Mancha a la cooperación internacional, que aquí es un área que no está especialmente trabajada.
Enfocada en la ayuda humanitaria, ¿cómo es el día a día para ti?
Pertenezco a un equipo sanitario de españoles relacionado con la OMS. Desde la Agencia Española de Cooperación Internacional se organizan equipos sanitarios y somos la asistencia sanitaria a Nivel 2, es decir, un hospital de campaña. Entonces, en caso de alguna catástrofe, o de algún llamamiento internacional, el país donde sucede puede pedir ayuda a la Comunidad Internacional para lo que considere necesario. Ayuda sanitaria, alimentaria, potabilización de agua, estructuras… y es la Comunidad Internacional la que decide que países, y que recursos van a ir, y es ahí donde entramos nosotros.
Los terremotos en Turquía tuvieron lugar el seis y siete de febrero, el país lanzó el llamamiento de ayuda humanitaria, sanitaria de emergencia, llegó a España y entonces a nosotros, los que estamos dentro de ese mecanismo, nos hicieron un llamamiento para ver quién tenía disponibilidad para salir de forma inmediata. Te llega un mensaje que te dice: '¿puedes ir mañana a Turquía? Todo esto, teniendo en cuenta que somos personal sanitario en España, con nuestro trabajo... Yo contesté a ese llamamiento que: 'sí podía', porque tengo un permiso pre firmado de mi servicio, que se ha comprometido a que si me tengo que ir mañana, dejarme ir, y cubrir mi hueco. Me seleccionaron para la dirección, y salimos el día nueve directos a Turquía para montar el hospital de montaña. Este es el procedimiento.
¿Qué es lo que os encontráis cuando llegáis a estos países?
En Turquía, concretamente, las estructuras sanitarias se habían venido abajo. En este caso, es un país que tiene una red sanitaria muy importante y en la provincia de Hatay esas estructura sanitarias se vinieron abajo, colapsaron. Entonces, de repente, no hay asistencia sanitaria y hay un incremento de heridos debido al terremoto.
No hay donde atenderlos, y nosotros llegamos el día nueve, era viernes, montamos el hospital, y el lunes ya estábamos operativos. En 67 horas montamos un hospital.
¿Qué es lo más duro de estas misiones?
Nos vimos desbordados por un montón de gente que tenía patologías completamente desatendidas. A mí me llegó un bebé de seis días, sin ningún tipo de documentación, en brazos de una señora... son situaciones en las que te pones en la piel de la mujer que ha dado a luz, y de repente se vio sola, cogió a su bebé y salió corriendo porque el hospital se venía abajo. O atener a gente que estaba en su casa y salieron corriendo, perdiendo a sus familiares. Es muy difícil atender a gente que de repente lo ha perdido todo.
Quiero también poner en valor que desde el hospital pusimos un servicio de salud mental y de asistencia psicológica. Ellos empezaron a trabajar desde antes de tener el hospital montado. El trabajo fue brutal.
Entiendo que el balance debe ser muy gratificante...
A título personal es muy gratificante. Primero por el equipo que haces. Poner en marcha un hospital en tiempo récord con personal de todos los lugares de España. No conocía a nadie. Y la motivación de todos, de ayudar, facilita mucho el trabajo. Es una experiencia que te llevas a casa tremenda.
A nivel personal, ¿la familia como vive todo esto?
Es algo que en mi familia ya hemos hablado previamente, porque esto no lo eliges de un día para otro. Lleva tiempo prepararlo en casa. Tengo la ventaja ahora de que mis hijos están estudiando fuera. Yo recibía mensajes de mi hija pequeña que está estudiando en Estados Unidos diciéndome: 'mamá, todo muy bien, pero, ¿cuándo vuelves?'.
Además, en Turquía tuvimos un terremoto en directo, con lo cual, fue un momento bastante crítico, y la verdad que se pasa miedo. Era la primera vez que vivía un terremoto importante en directo. Y la familia sabe que es lo que hay, y que lo voy a hacer. Entonces te apoyan, pero pasan miedo. El día que vuelves recibes el mensaje de: 'que alivio. Estoy muy orgullosa de ti'.