El maquetista y diseñador gráfico albacetense José Carlos Molina de las Heras se ha dedicado en los últimos años a investigar y profundizar en una curiosa iniciativa llevada a cabo en Albacete durante la Guerra Civil, un capítulo realmente curioso que habla de la urgencia y de la no poca capacidad de improvisación a la hora de abordar las urgencias del conflicto bélico: los vehículos blindados de fabricación casi casera que fueron conocidos con el popular nombre de tiznaos.
En julio de 1936 estallaba la contienda fratricida tras el alzamiento militar que comenzó el día 17 en Melilla encabezado por los militares Emilio Mola, Francisco Franco y Queipo de Llano. Ante la necesidad de recursos militares para hacer frente al avance nacional, en no pocas zonas del país fieles al Gobierno de la República, hubo que valerse de la imaginación para generar recursos y medios para frenar el avance de las tropas nacionales.
Asegura Molina de las Heras que «cualquier grupo de obreros o sindicato, grupo de amigos, grupo político y con acceso a un taller mecánico y un vehículo con ruedas, podía participar en la competición por blindar vehículos que no estaban pensados para la guerra».
«El afán por blindarlos lo máximo posible -prosigue-, aumentando el espesor del blindaje, hizo que muchos de estos vehículos pesaran demasiado, y limitando mucho su velocidad, de manera que estos solo podían desplazarse con marchas cortas y en terrenos totalmente llanos».
José Carlos Molina desvela que «en Albacete, después del fracaso del alzamiento en la ciudad, se procedió a la construcción de dos vehículos de este tipo: uno por parte del sindicato ferroviario y otro por la Diputación Provincial. Ambos fueron cedidos a las Brigadas Internacionales, que tenían su sede en la ciudad».
No obstante, la poca calidad y eficacia mecánica de este blindados de urgencia tuvieron poco éxito y no llegaron a participar en la contienda. De hecho, el tiznao del sindicato ferroviario solo se desplazó de la estación a la Feria, donde estaban los talleres de las Brigadas Internacionales y allí permaneció hasta el final de la guerra.
Molina de las Heras ha realizado reproducciones de estos vehículos basándose en las descripciones publicadas por la prensa de la época y por las imágenes que existen en el amplísimo fondo fotográfico del periódico ABC.
Este blindado casero llegó a bautizarse con el nombre de 25 de julio, por la fecha en la que el levantamiento militar fue sofocado, en la provincia de Albacete, tras la convulsa Semana del Fascio, que provocó posteriormente nuevas represalias, no hay nada más que detenerse en el nombre que el céntrico Parque Abelardo Sánchez recibió durante décadas: Parque de los Mártires.
Hacia el mes de septiembre de 1936 se presentaba públicamente en la capital albacetense el vehículo blindado y la prensa (Diario de Albacete) se hacía eco de sus características:«un blindaje consistente en chapas paralelas de cuatro y siete milímetros separadas por un espacio relleno de lana de ocho milímetros y medio de espesor; este intermedio se aprovecha para alojar en él cerchas que sostienen y dan forma a la carrocería».