Farmacéutico y doctor en Química, Enrique Niza inició su formación como investigador en el año 2006. Este albacetense pertenece a la primera promoción de la Facultad de Farmacia del campus de Albacete, donde llegó por su pasión por la Química, tras cursar antes el grado medio de Laboratorio y el grado superior de Laboratorio y Análisis de Calidad. Cosas de la vida, reconoce que siempre le gustó el laboratorio y de ahí que optara por una carrera donde la investigación sería su principal salida profesional, pero hasta llegar aquí su trayectoria académica no fue un camino de rosas, todo lo contrario porque era mal estudiante, no le gustaba estudiar, y además sufrió bullying. Sin embargo, una vez ingresó en la titulación de Farmacia, gracias a la motivación previa que recibió de sus profesores de FP, cambió por completo y a pesar de que compaginó estudios con trabajo para pagarse la carrera obtuvo el grado en los cinco años. Fue también en esta Facultad donde después realizó el doctorado en Nanotecnología. Ahora compagina su trabajo como profesor asociado en Farmacia, con la empresa privada, al estar al frente de la dirección de I+D de Cereales Candelo, para el desarrollo de fitosanitarios. El trabajo de este investigador ha saltado a la escena pública tras la cruzada iniciada para dar a conocer la demencia por cuerpos de Lewy presidiendo la recién creada asociación de ámbito nacional, cuyo objetivo prioritario es visibilizar esta enfermedad e investigar para encontrar su cura o para ralentizar su progresión, una patología que le ha tocado vivir muy de cerca en el seno familiar.
¿Siempre le gustó la investigación y por eso decidió estudiar la carrera de Farmacia?
En el instituto era un mal estudiante, no me gustaba estudiar, y quería salir cuanto antes del sistema educativo, pero me gustaba el laboratorio de pequeño y se me daba muy bien la Química, asignatura en la que sacaba buenas notas. Además tuve problemas, sufrí bullying. Por eso opté por hacer Formación Profesional y me matriculé en el IES Andrés de Vandelvira, donde tuve un par de profesores que me motivaron mucho, tanto que acabé siendo el primer alumno de Erasmus de FP de España en salir fuera, concretamente a Grecia, donde estuve en un laboratorio de investigación en el 2010 y entonces vi que aquello era lo que me gustaba, me apasionaba y me hacía más feliz.
Decidí que al regresar a España haría una carrera de la rama de ciencias, y si bien pensé en Medicina porque tenía buenas notas, al final me aconsejaron que hiciera Farmacia. Al principio no fue fácil porque si bien Química se me daba bien otras asignaturas que no había visto tanto en FP como Matemáticas o Física me costaron más.
¿Qué asignaturas imparte en la Facultad de Farmacia?
Imparto la materia de Biología en primer curso y la de Farmacognosia y Fitoterapia en tercer curso y coordino algunos trabajos de fin de grado todos los años. El doctorado sobre Nanotecnología también lo hice en la Facultad de Farmacia, aunque hice estancias formativas en la República Checa.
¿Además de para la Medicina, qué aplicaciones tiene la Nanotecnología hoy en día?
La biomedicina es el más conocido, pero la Nanotecnoloogía se puede aplicar a otras muchas áreas como la ciencia de materiales, y ahora donde más estamos trabajando es en el sector agroalimentario. De hecho llevo la dirección de I+D del Grupo Cereales Candelo y nos centramos en el desarrollo de fitosanitarios con nanotecnología, así como en el sector cosmético, campo donde también he trabajado.
La misma herramienta que aplicas en biomedicina es de aplicación en otros campos de investigación.
¿Su actual estancia en la ciudad portuguesa de Braga obedece a algún proyecto de investigación?
Estoy haciendo una estancia de investigación en el Laboratorio Ibérico Internacional de Nanotecnología (INL) de Braga para establecer relaciones y colaboraciones entre distintos grupos internacionales en el ámbito de la Nanomedicina. Colaboraciones que parten del Instituto Botánico, con sede en la Facultad de Farmacia.
Ahora mismo estamos llevando dos líneas de investigación para la encapsulación de unos compuestos con actividad antifúngica; y el otro se centra también en un fármaco que está en fase tres para el abordaje de la demencia de cuerpos de Lewy, que es con la creación de la asociación, mi nuevo sentido de la vida, que pasa por investigar sobre esta patología neurológica.
Por lo que dijo durante la presentación de la Asociación Nacional de Demencia por Cuerpos de Lewy ¿un familiar cercano sufre esta patología que a día e hoy es una gran desconocida?
Sí, de hecho muchos de los pacientes que la tienen están infradiagnosticado. Ha sido el caso de mi familiar directo que la sufre, que primero fue diagnosticado de depresión, luego de alzhéimer, párkinson, hasta que nos dijeron que era posible demencia por cuerpos de Lewy. Lo que pasa con esta enfermedad es que a pesar de ser el segundo tipo de demencia más frecuente se enfrenta a la falta de tratamiento, algo común con otras demencias; pero a diferencia del alzhéimer o el párkinson por ejemplo, es que la gran mayoría de los afectados, que en España pueden llegar a los 120.000, pueden tener un mal diagnóstico, dado que no existe un biomarcador que pueda cuantificar y diagnosticar fácilmente la enfermedad; el otro gran problema al que nos enfrentamos es de tipo social, porque es una dolencia desconocida por la población.
¿En su caso se puede vivir sólo de la investigación?
La investigación está muy mal pagada, yo veo la ciencia desde el punto de vista de investigador público y desde el de empresario. Se puede vivir de ella pero los sueldos son mínimos, y las condiciones a día de hoy son precarias. Jóvenes que están haciendo el doctorado tienen contratos de 1.000 euros al mes en los mejores casos, porque la gran parte de los predoctorales tienen nóminas inferiores.
La investigación tiene que potenciarse a través de sueldos dignos. Yo todos los años le hago la misma pregunta a mis alumnos: ¿Cuántos quieren dedicarse a investigación?, la respuesta es que son pocos, y la razón que alegan es que se cobra poco. Hay que hacer que la ciencia sea atractiva para que la gente investigue y cada vez haya más investigadores, porque en España tenemos una de las mejores canteras de investigadores del mundo. Es verdad que cuántos más haya habrá más competitividad, pero también se lograrán objetivos antes y podremos ser la vanguardia de investigación a nivel internacional.
¿Cómo va la asociación, hay interés por pertenecer a ella? ¿qué objetivos persigue?
Va muy bien. Empezamos el 19 de marzo que fue cuando se presentó la entidad y nos han escrito muchas personas interesándose por pertenecer a la misma. Los dos objetivos iniciales que tenemos este año es la organización de un congreso internacional en enero de 2025, donde Albacete será el epicentro mundial de demencia de cuerpos de Lewy, con la participación de ponentes de gran relevancia internacional. Y el otro reto es lograr financiar proyectos sobre esta demencia. Ahora mismo estamos coordinador dos proyectos: uno con el Hospital Doce de Octubre, y otro con el Centro de Investigaciones Biomédicas Margarita Salas, pero para llevarlos a cabo necesitamos dinero.
¿Van a concurrir a alguna convocatoria para obtener financiación para esta línea de investigación?
No ha salido ninguna convocatoria pública a la que podamos acceder porque estamos recién constituidos, con lo que esperamos obtener los fondos de momento de las aportaciones y donativos de los socios y también vamos a abrir un apartado para financiación de empresas.
En España tenemos muy buenos investigadores en alzhéimer, párkinson, y queremos que parte de esos científicos se vuelquen también en investigar la demencia de cuerpos de Lewy, porque de manera colateral van a poder aportar en las dos patologías neurodegenerativas.
Se publican más de 17.000 artículos sobre alzhéimer en un año, y de demencia de cuerpos de Lewy sólo 700 cuando es el segundo tipo de demencia.Hay una necesidad de investigar tremenda porque las cifras actuales alarmantes de casos al alza de esta demencia sólo se reducirán haciendo investigación.
Uno de los aspectos que queremos investigar desde la asociación sería el impacto de los hábitos diarios de los afectados sobre la progresión de la enfermedad.
¿Hace falta cambiar la mentalidad y que las empresas grandes destinen fondos a investigación?
A nivel público la inversión en investigación tras la pandemia no se ha visto reducida, pero yo me esperaba mucho más a nivel de las empresas privadas, porque veo que hay una falta grande en el país por seguir apostando por la tecnología y la investigación. Yo que conozco a muchas empresas del sector biotecnológico y nanotecnológico veo que cuesta mucho que las empresas grandes entiendan el concepto de investigación y apuesten de forma clara y crean en la investigación científica.
¿Y la vía del mecenazgo la ven viable para llevar su proyecto a un buen término?
Creo que es la vía en la que más capacidad de financiación podemos obtener. Las empresas aunque inviertan en una asociación sin ánimo de lucro, al final buscan un retorno fiscal, pero la persona que ha vivido la enfermedad de cerca y aporta dinero aporta ilusión, fe y esperanza en los resultados que los proyectos promovidos desde la entidad puedan lograr para los enfermos.
¿Su reto como investigador es encontrar finalmente la cura de esta demencia?
Esa sería una de mis grandes metas, desarrollar a través de la nanotecnología un tratamiento para curar alguna enfermedad humana o del campo. A nivel sentimental, me encantaría que a través de mis conocimientos se pueda avanzar en la lucha de la demencia de cuerpos de Lewy.