El grupo de investigación del doctor Pedro Abizanda, jefe del Servicio de Geriatría de la GAI de Albacete, acaba de presentar los resultados preliminares de estudio clínico multicéntrico en el que han venido participando desde el año 2019 en el Congreso Europeo de Geriatría, así como en el de ámbito de Castilla-La Mancha, y en ambos casos recibieron el primer premio. El estudio estaba destinado a analizar la intervención del Ministerio de Sanidad para reducir la fragilidad en ancianos, dentro de la estrategia llamada Frailmerit, y mejorar la funcionalidad de las personas frágiles que viven en comunidad, es decir, en sus domicilios, y llevan una vida autónoma.
De esta manera, se ha estudiado la eficacia de esta intervención en Atención Primaria, con el fin de reducir la morbilidad y la mortalidad de pacientes mayores de 70 años con diagnóstico de fragilidad, un proyecto de gran importancia para mejorar las estrategias de ese nivel asistencial y envejecimiento saludable que se están llevando a cabo en el Sescam.
Si bien este proyecto, financiado por el Instituto de Salud Carlos III, debería haberse ejecutado entre 2020-20222, pero debido a la llegada de la pandemia del Covid que lo paralizó, se concedió a los centros participantes una prórroga, con lo que se ha realizado entre los años 2022 y 2024.
El doctor Abizanda, ha avanzado algunos de los resultados que ya se han analizado de este proyecto, que finalizó en diciembre de 2024, que ha incluido un ensayo clínico, en el que han participado 237 pacientes de 12 centros de salud de toda España, seis de ellos de la provincia de Albacete (cuatro de la capital y dos de Hellín». En torno a la mitad de estos pacientes formaban parte del grupo de control y a la otra mitad se les aplicó un programa de intervención que constaba de tres fases (con ejercicio físico multicomponente, plan nutricional, y formación a los médicos y enfermeros de los centros de salud participantes sobre las indicaciones del Ministerio en materia de fragilidad).
resultados. La duración del programa de ejercicio físico y nutrición era de ocho meses. Tras su finalización completa, donde la adherencia de los usuarios participantes fue del 60% (134), la mejoría observada en el grupo de control fue de un 51,9%, mientras que en el que siguió la intervención de los profesionales de su centro de salud fue del 81,7%.
«Hay pocas intervenciones en medicina que hayan demostrado un beneficio y mejoría tan grande como este programa diseñado para pacientes prefrágiles y frágiles, ya que los participantes mejoraron tanto la fragilidad como la función física, así como en el consumo de medicamentos habituales, reduciendo el número de los fármacos que consumen», detalló el jefe del Servicio de Geriatría del CHUA.
En opinión de uno de los responsables de liderar este ensayo «resulta curioso ver que en el grupo de personas mayores de control que se incluyó en el estudio también hubo una mejoraría notable de su fragilidad a pesar de no realizar ninguna intervención, lo cual está descrito en este tipo de trabajos, porque son personas a las que aleatoriamente les puede tocar tener que realizar la intervención y por ello tiene que tener la predisposición inicial de querer participar en el proyecto, y además dada su receptividad los médicos y enfermeros les dan pautas para cambiar sus hábitos de vida por unos más saludables».
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